domingo, 11 de abril de 2010

Voy a hablar de algo que no debiese hablar.

Voy a hablar de algo que no debiese hablar. Porque sonará extraño. Pero quiero hablarlo porque a veces lo callo por miedo o porque suena absurdo. O termino diciéndolo de otra forma. Existe Algo. Y ese Algo atenta contra mí y contra mi felicidad. Y prefiero no hablar de ello porque puedo parecer loco o porque me puede pasar algo.
Y este escrito quedará aquí en medio para quien quiera creerlo.
Pero voy a hablar hoy. Sin rabia y con calma. Esperando que quizá al decirlo y publicarlo lo peor no pase. Aunque quizá pase de todas formas.
Siento que algo me asusta y que quiere que borre esto. Puedo no borrarlo, pero puede que me pase algo. Aunque en verdad lo que realmente temo es que le pase algo a mi hijo. A mi angelito.
Y es que hay Algo que atenta contra mi felicidad. Porque mi felicidad es para los demás, es servir de mensajero a veces con los otros, porque siento que tengo un don. Y me siento atacado.
Me han pasado cosas increíbles a lo largo de mi vida. Cosas que no podrían creer aunque se las contara y les presentara pruebas. Desde que quise ser sacerdote y cuando elegí no serlo pues decidí que afuera había más que hacer. Pasé por hartas religiones. Busqué. Y hubo un Algo que atacó, desde un comienzo.
Y no es que ese Algo sea ajeno. Soy yo mismo cuando me equivoco, o son los que me rodean cuando resultan ser débiles y se confunden o dejan de verme bien.
Pero también es otro. Y existe.
Recuerdo que lo soñé cuando chico, y tomó la forma de un hombre de espaldas, al que traté de seguir por unos sueños, de pequeño, hasta que me perdió en laberintos y terminé por olvidarlo.
Ahora mismo tiemblo porque esto es algo que no se habla. Pero hace pocas noches le vi el rostro. Veinte años después en la curva de un sueño que ocurría en otro ámbito. Le he visto el rostro. Y ahora mismo siento su presencia y las manos me tiemblan para escribir.
Y pido ayuda. Porque quiero terminar de escribir esto aunque sienta temor por mi hijo. Hace unos sábados se quedó a dormir acá y lo escuché hablar dormido y dijo algo relacionado con lo que yo había visto en mi sueño. Y me asusté, e intenté protegerlo, y cuando me habló se refirió a un sueño agradable totalmente lejano. Y ese Algo volvió a burlarse. A amenazarme.
Ahora mismo parece decirme que me desvíe. Y negocia. Me dice que si me conecto a msn aquella a quien amo va a estar ahí y me va a hablar. Pero no lo haré.
Y aunque suene absurdo y parezca loco no lo haré. Pues prefiero eso a ocultar lo que sé.
.
Un día lo agarré. Más de un día ocasión lo había sentido, en todo caso. Pero en un sueño logré hacer cosas que nunca pude hacer en otros, y descubrí ciertos poderes en mí. Dentro de mi sueño. Intentó perderme por otros caminos y tomó la forma de un amigo. Entonces, al final de mi sueño, lo rocé, y vi que se corrió, y poniendo una mano tras de mí, mientras dormía, intenté con mi otra mano agarrarlo, y no tener dudas que aquello que atrapaba era algo que estaba fuera mío. Distinto a mí.
.
Antes. Después de separarme de la madre mi hijo, pasé años culpándome a mí mismo. Me juré no escribir en algún momento. Un momento que duró años. Me alejé de todo. Y a pesar del miedo. Del pánico que me dio, y que me vuelve ahora.
Debo contarles que agarré ese Algo con mi mano e intenté abrir los ojos.
Y no pude. Sentí un pequeño golpe y sentí que se soltaba. Y desperté. Y quedó fuera, por un tiempo.
Ese algo además, me ataca de diversas formas. Y atenta contra mi felicidad. Porque mi felicidad no es para mí sino para los otros. Me ataca a través de mí, o de la gente que amo. Incluso de mis parejas. Yo he llegado y ellas han llegado ha hacer cosas, a negar de distinta forma quienes somos.
No se imaginan todo lo que pasó con la madre de mi hijo. No saben lo extraño que fue. Aunque todo, obviamente, puede tener también una explicación lógica. Pero que tiene una parte falsa.
Hoy eso se acabó. Estuve años solo. Pasó nuevamente. Algo se burlaba. No me traduzcan a algo racional. Créanme un poquito, por último como si fuese un cuento.
Hoy quiero sentir las bendiciones. Quiero sentir que así como existe ese Algo que me ataca (con una fuerza que extrañamente siento contenida) existen bendiciones. Quiero pedírselas a Andrés, un ángel que murió hace años al abrirse una represa que no debía abrirse. Una muerte absurda. Pero explicable, para el que no quiera creer en esto.
Tan explicable como el decir que estoy paranoico. No asumiendo realidad, etc.
No es así. Por favor créanme.
No eludo responsabilidades. He sido soberbio y aún lo soy, pero esto es otra cosa. He sido demasiado crítico hasta el punto de borrar en parte al otro. He sido tan exigente que el amor ha huido de mí en ocasiones. No soy mejor por que ese Algo tenga que ver con mis propios errores, ni soy tan importante como para que me ataque exclusivamente a mí.
No creo que me ataque sólo a mí. Pero si sé que yo lo he visto. Y se burla. Y amenaza.
Y pido oraciones por mi hijo porque quiero hablar tranquilo, quiero decir lo que sé. Aunque aparezcan sombras ahora a mi alrededor. Y mi cuerpo tirite nuevamente.
Lo vi. Le vi el rostro en un sueño mientras él atacaba a una mujer y me encontraba con él de golpe en una cocina que sólo vi de niño y que apareció de pronto frente a mí, en la estructura antigua de la casa en la que estoy ahora.
Y ese Algo, juega con pequeñas cosas. Me regala a veces pequeños triunfos. Me hace creer fuerte y luego me muestra mis debilidades. Quizá para que dude de mi verdadera fuerza, aunque pueda no ser mucha. Pero aunque no sea mucha, es lo suficiente para poner "publicar" así que ahora ataca de otra forma.
El rostro que vi era el de un calvo, un tanto subnormal, ni siquiera malo del todo. Atacaba a una mujer-niña, contra la muralla de lo que era entonces una cocina. Yo tomé un cuchillo que había cerca, y él se volteó (antes sólo lo veía de espaldas) entonces supe que era aquel que vi hace 20 años, en otro sueño, desde lejos, y que lo intenté seguir sin éxito otras veces.
Y ese Algo me ataca. Débilmente porque quizá no soy un gran contrincante y mis debilidades lo fortalecen proporcionalmente. Y se aferra a mi pareja, a quienes me rodean (a veces),a mí mismo. Me ofrece datos, me hace dudar de mí y de los demás.
No quiere que haga lo que debo hacer. Ni que esté con quien debo estar.
Quizá con bendiciones esto tenga una salida sencilla y clara. Pero me cuesta interpretar bien, y me equivoco demasiado.
Ahora me hace pensar que si leen esto, mi expareja por ejemplo, puedo olvidar toda esperanza por completo, porque sentirá que estoy loco. O lo ratificará y se asustará. Y si un día vuelve a verme y se necuentra con esto. Todo lo considerará imposible.
.
Hace unos días estuvo de nuevo. Me ofreció un sueño en que no habíamos terminado (con mi pareja), me hizo creer que el sueño era justamente lo contrario, y en medio de ese sueño, donde estábamos juntos y se habían superado muchas cosas, me di cuenta que era un engaño, y desperté. Y estaba solo. Y sentí algo así como una mano taparme y jugar conmigo y burlarse.
Y tuve demasiada pena como para sentir miedo.
Hoy no quiero tomar la ruta equivocada. Sé que ese Algo hablará y actuará de mil formas para evitar que escriba lo que debo escribir, me alejará de quien amo actuando en las formas que sea, y espero ojalá, que no se meta con mi hijo, cosa que temo enormemente.
Sé que si intento salvar cualquier cosa será un error. Que la solución real no es estar juntos con mi ex, o publicar un libro o el dinero o cosas así de concretas. El final de esto, el final posible y el que quiero, es una felicidad hermosa, armoniosa. Con aquella que supo darse cuenta que hay algo torcido en las recomendaciones que le dan, en lo que sucede, en los constantes malentendidos que nos separaban. Y si ella no lo hace, o no puede, porque yo mismo fui débil y cooperé con que eso no ocurra. Pues así será. Pero no debo equivocarme.
No quiero tomar la ruta equivocada. No quiero enfrentar ese Algo, salvo decirlo abiertamente. Y pedir bendiciones, y enviarlas.
Sé que fortalecen, y que ayudan. Y que hay alegría y sencillez al lado de todo esto.
El mundo no es terrible ni es un drama. Tampoco es la felicidad servida. Quiero buscar mi camino en él. Sin descuidarme ni dejar de saber cosas. Ni aceptando todo lo que se ofrece.
Esto tiene una salida sencilla y hermosa. Y es la que voy a tomar.
Y si alguien quiere creerme, que lo haga. Y si ella puede darse cuenta que esto es cierto, será una gran bendición.
Pero mi ruta es otra. Y no debo descuidarme.
Y se agradece toda energía.
Y cada bendición será una huella en mi mapa, y llenará mi cantimplora.
Y si llego a un lugar donde el agua sea más fresca, prometo traerla llena para ustedes.

1 comentario:

  1. Te creo. Es bueno saber que, después de todo, tu hijo está bien. Espero que mi atormentador no vuelva. Tengo que dejar de pensar en esto, ahora!

    ResponderEliminar

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales