domingo, 30 de mayo de 2010

Casi a lo Peter Parker.

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Estoy bajo un árbol, es de noche y ando con mi cámara y un libro dando vueltas por Santiago. Me gusta leer con poca luz así que elijo estos lugares, aunque hoy hace frío y el lugar está algo húmedo, por lo que auguro un resfriado.
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Entonces me fijo que por una hoja del libro avanza una araña. El libro es Se busca una mujer, de Bukowski, así que no me soprprende mucho lo que puede encontrarse en él. Atento a las palabras por las que atraviesa no me fijo en lo más importante: la araña ha llegado hasta uno de mis pulgares y me ha picado sin más. La veo, de hecho, como me pica y no hago nada, salvo dejarla sobre el pasto, y ver como crece una marca en mi dedo.

Una hora después, mientras saco algunas fotos pienso atolondradamente en que algo podría cambiar. Que quién sabe, la araña pudo haber sido parte de un experimento genético y haberme transmitido súperpoderes, o algo por el estilo.

Quizá con esa seguridad, -y algo de fiebre, es cierto-, termino caminando por unas calles algo peligrosas, cruzando de vez en cuando alguna palabra con tipos en la calle e intentando fotografiar a una mujer que va con una bicicleta y unas bolsas, tirándose encima de cuanto peatón pasa por su lado.

Al final no lo consigo.

¿Va en serio lo del libro? Me dicen.

...

Lo del libro... ¡El título, hueón oh... !

El "hueón oh" era yo. Me sentí como un thundercats.

Se trataba de una chica algo ruda que estaba sentada en una cuneta tomando vino.

Al rato estaba yo sentado a un lado y el vino se había acabado y me estaba dando frío.

Lo crean o no, como soy "hueón oh" me costaba darme cuenta de las intenciones de la chica, así que cuando se manifestó más directamente me asusté y empecé a evadirme contando alguna historia de la mujer que en realidad busco o algo así y al final terminé diciendo que estaba enfermo. Cosa que por lo demás era verdad ya que me sentía bastante mareado y estaba a punto de vomitar.

La chica se fijó entonces en algo.

¡Tenís la media hueá!, me dijo. Parecía realmente asombrada.

Entonces me fijé que miraba mi dedo. En el lugar de la picadura se alzaba algo así como un monumento al dedo gordo. La reencarnación del dios cara de uña que hablaría a través de mí y traería un mensaje de buenaventura a este mundo empobrecido: La salvación está en sus propias manos, diría, y uno se lo quedaría mirando.

¿Qué es eso? Me decía la chica.

Yo le explicaba cualquier cosa. A esa altura ya había vomitado y le intentaba explicar que en mi dedo estaba en realidad mi hermano menor, que éramos siameses, pero que él no logró desarrollarse del todo.

Como la chica seguía jodiendo al final tuve que decirle que mi hermano quería estar solo y que como no había aprendido modales la estaba mandando a la cresta.

Ella nos contestó algo un tanto más hiriente y se fue del lugar. Yo intenté ponerme de pie.

No sé bien qué pasó porque desde ese momento tengo recuerdos entrecortados.

Recuerdo por ejemplo dos tipos que quisieron robarme la cámara y que yo me negué diciéndole que tenía superpoderes.

¿Superpoderes? Preguntaban

Superpoderes. Repetía.

Y como no me encuentro moretones y tengo aún la cámara supongo que me creyeron.

Eso fue hace unas diez horas.

Ahora llegué de urgencias donde me pincharon y, según ellos al menos, debo esperar tranquilo y vigilarme la temperatura por al menos 48 horas.

Aprovecho de ver también la cámara y descubro algunas fotos y unos videos de distintas partes de Santiago.
Así que en eso estoy ahora. Tratando de armar la historia a partir de las fotografías e intentando descifrar que pasó en los videos.

¿Y mis superpoderes?

Nada. Supongo que los perdí. Quizá debí haber esperado y quizá aquel hermano que estaba creciendo se hubiese convertido en algo así como en un gemelo fantástico, por último, y algo podríamos haber hecho juntos.

Y no. No soy Peter Parker. O peor aún, sólo soy Peter Parker. Nada del hombre araña ni alter-egos por el estilo. Y es que, en vez de trepar por las paredes o subir grandes edificios, trato apenas de aferrarme a mí mismo, cosa que por lo demás, creo haber aprendido en este último tiempo. Ese es mi único superpoder nuevo.

He aprendido a aferrarme a mí mismo. A llevarme puesto de mejor forma.

Y sí. Es un buen superpoder, después de todo.


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