jueves, 24 de junio de 2010

Dos fábulas sin moraleja y una moraleja sin fábula.

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Cansado ya de las explicaciones hasta el borde y del análisis y síntesis a los que me veo obligado como profe, me tomo la libertad de entregar unas fábulas sin moraleja alguna, así, sin más. Aquí les van:
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Fábula I:
Los asnos de Sharbish, o el secreto sin esfinge.
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En medio de un terreno pedregoso, doce asnos rebuznaban, pues había un hombre cerca.
Se miraban y esperaban que el hombre se alejara, para hablar a sus anchas.
Mientras, pateaban una piedra, como si fuese una carta.
"Hace calor" leía uno, y la pateaba y rebuznaba.
(Los otros no sabemos que leían).
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Pero el hombre no se iba y el calor se prolongaba.
Y como cerca había un muro construido hace muy poco.
Sucedió que los asnos contra él se estrellaban.
Y sus cabezas contra el muro fueron también una misiva.
(Pero no sabemos que leía el hombre en esa carta).
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Once asnos murieron con las cabezas reventadas.
Sólo uno se salvó y el hombre no entendía:
¿por qué aquel no se lanzó junto a toda su manada?
Y como el hombre no entendió, sucedió que en aquel día:
un hombre se hizo asno y un asno adquirió hombría.
(Y ya no hubo en Sharbish ninguna extraña carta).
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¡Pobre asno!
Perdón...
¡Pobre hombre!
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Fábula 2:
La gallina que no sabía hablar, o el ave de Carnap.

Había una vez una gallina que no sabía hablar y que no tenía plumas.
Y en medio del gallinero, todas las otras se burlaban:
"Cocorocó" decían, y sonaban carcajadas.
Y una lágrima caía por el rostro de aquel ave que no sabía hablar, y que no tenía pico.
Ni tampoco plumas.
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Moraleja sin fábula:
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"Más vale aquello que estando no está, que aquello que no estando está", dijo alguien, a quien yo no escuché.
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P.D.: Acabo de decidir que lo anterior es un fragmento de un pequeño librito de Fábulas sin moraleja y otras insignificancias, que comienza a estar en construcción.
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