martes, 1 de junio de 2010

Plutón, o sobre aquello que dejó de ser lo que era.


Viendo un programa viejo con mi hijo nos encontramos con un capítulo dedicado a los planetas. En él se habla de las órbitas, del tamaño, de la gravedad que supuestamente existe en cada uno de ellos. Entonces mi hijo me pregunta qué es eso de Plutón.
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El año pasado tuvo que diseñar un sistema solar y aprender esta materia y obviamente los planetas llegaban sólo hasta Neptuno. Así que parece no haber escuchado nunca hablar de él.
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Entonces, al intentar responder, me siento un poco más viejo, como si debiese hablarle de algún amigo de infancia, o de un abuelo que no alcanzó a conocer.
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Plutón le digo, era un planeta que ya no existe.
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-¿Explotó? –pregunta entusiasmado.
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No, le digo. No explotó. Y como veo que se desanima agrego: mejor aún, desapareció. Dejó de ser lo que era.
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Aquí hago una pausa para parecer interesante.
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Dejó de ser lo que era, recalco. Y me gusta aquella frase.

Pero mi hijo cambia el tema y no parece darle importancia.

Sigue viendo el programa y la frase me queda dando vueltas, en órbita también, una luna quizá, si es que yo girase en torno a otra cosa, que pudiese asimilarse a una estrella.

Entonces decido buscar unas imágenes en internet y enseñarle a Plutón.

Tras unos minutos encuentro una interesante.

Este era Plutón, le digo. Mira.

Mi hijo lo observa un rato. Yo aprovecho para seguir la historia.

Cuando yo era chico existían nueve planetas. De hecho fue hasta hace poco. De hecho, cuando tú naciste todavía Plutón era un planeta. Y giraba en torno al sol.

¿Ya no gira? me pregunta. ¿Se detuvo?

No, contesto, no se detuvo. Sigue andando en torno al sol, sólo que ya no es un planeta. Unos científicos dijeron que los planetas eran otra cosa que lo que se creía...Así que Plutón dejó de ser planeta.

Tras hablar un poco más y ver algunas imágenes, mi hijo opta por hacer otras cosas. Yo me quedo con el tema. Busco un poco más sobre Plutón, y sobre la nueva definición de planeta.

Me informo por ejemplo de la votación que hubo para determinar el cambio de status de Plutón, a pesar de que pocos días antes de que se realziara más del 70% de los que debían decidirlo habían optado por una definición que mantenía el status de Plutón y agregaba también otros tres planetas a nuestro sistema solar, al menos en un inicio.

Veo también el diseño del sistema solar que hubiese quedado de haber sido aprobada la propuesta que al final se rechazó... un dibujo lleno de elementos y que resulta bastante engorroso.

Como sea, más allá de definiciones y explicaciones lo de Plutón parece otra de las cosas injustas a las que ya estamos acostumbrados.

Como cuando nos quisieron robar la "ñ" o cuando descubres que el viejo pascuero no existe.

O cuando descubres que algo dejó de ser, y pasó a ser otra cosa.

El problema sin embargo, con esto, es que no siempre sabemos qué es aquello en qué se transformó -aquello que pasó a ser-. O si sigue en el fondo siendo igual y sólo cambia mi concepción de aquello, mi posición frente a un hecho a una persona en particular, o lo que sea a lo que nos refiramos.

Y claro, es cierto, las cosas dejan de ser lo que son, constantemente, y giran en torno a un centro que no vemos y a veces las órbitas se cruzan y quedamos más cerca o más lejos unos de otros. Eso es todo.

Puede que aleguen los productores de pelotas de pluma vit, pero no sé si hay muchos más perjudicados.

Plutón no existe más.

No como planeta al menos.

¿Y eso qué?

¿A quién le importa?

Entonces se acerca mi hijo con la última pregunta antes de cerrar el tema:

-¿Se podía ver Plutón papá? ¿Se puede ver en la noche?

-No hijo, no se puede, ni se podía. No a simple vista al menos.

-¿Ni como un punto?

-Nada. Ni como un punto. Pero uno sabía que existía -le digo-, y el saber que no existe produce una sensación rara.

Entonces me acerco a mi hijo para darle un abrazo, aprovechando que todavía se deja -aunque cada vez menos- y le propongo que juguemos a alguna cosa.

Eso fue hace unas horas. Ahora oscurece.

Por estos días Plutón cumple un nuevo aniversario. Quizá intente saludarlo. O simplemente enviarle mi afecto en silencio. Como a un planeta que no existe. Un planeta que no cambió, y que sin embargo dejó de ser lo que era.

Algo que te deja lleno de tristeza y de alegría a la vez. Como si en tu corazón se agitase un planeta doble. Triste porque algo dejo de ser lo que era y los vacíos duelen. Y alegre porque sigue girando y no se detiene y quién sabe, quién sabe si su órbita va hacia un lugar mejor o si volverá a toparse con la nuestra algún día.

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