miércoles, 6 de octubre de 2010

El día de la marmota.

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Las marmotas hibernan siete meses.
Viven en parejas con sus crías y duermen juntas.
Yo no sé si sueñan cuando hibernan.
Pero sé que las marmotas que han crecido sin pareja
es más probable que hibernen y no despierten.
Eso dice la enciclopedia.

Como ayer prácticamente no dormí y estaba realmente agotado, hoy decidí que en una de las horas les mostraría a mis alumnos una película, para comenzar mañana, un nuevo trabajo.

Elegí por tanto El día de la marmota, de Harold Ramis, y pensé que si tenía suerte la podría enlazar con los contenidos que estamos viendo.

Y al parecer resultó.

La película nos muestra a Bill Murray -mis alumnos de octavo no lo reconocen de ninguna película, por supuesto-, como un "hombre del tiempo" que debe ir a grabar para el canal en que trabaja, una nota sobre el día de la marmota, viajando a un pequeño pueblo donde el único atractivo parece ser esta tradición.

La tradición del día de la marmota, por lo demás, -y que existe realmente en el pueblo que aparece en la película y en otros de Estados Unidos y Canadá- hace referencia al despertar de este animal tras la hibernación... Ese día, durante Febrero, la marmota sale de su madriguera y, dependiendo si ve o no su sombra, decide si terminará de despertar, o si prolongará su hibernación por 6 semanas más.

Pues bien, en la película, ese día preciso, comienza a repetírsele una y otra vez al amigo Bill, quien intentará adaptarse de la forma que sea a aquella desgracia.

Y es que para Murray, -obligado a ir a ese pueblo año tras año- el día de la marmota se convierte en una trampa de la que no puede escapar. Es decir, vive el día de la marmota y tras dormirse, vuelve a despertar nuevamente al interior del mismo día, más hastiado, desesperado, e intentando adaptarse a la tragedia.

Es así como el personaje de Murray, egocéntrico, sarcástico y sintiéndose generalmente superior al resto, debe afrontar entonces su "condena" de muchas formas posibles. Comprende por ejemplo, que si el día se repite una y otra vez, este día no tendrá consecuencias en un día próximo, por lo que se hace consciente de una libertad que lo lleva a experimentar con la naturaleza de sus actos.

Robos, burlas a la autoridad, poner en juego su vida y la de los demás en diferentes situaciones, son así algunas de las acciones que el personaje interpretado por Murray explorará, ante la desesperación de encontrarse en ese estado.

Junto con estas acciones, además, Murray tratará también de seducir a una compañera de trabajo de quien va aprendiendo poco a poco sus gustos y fingiendo ser el ideal que ella busca...

El personaje, sin embargo, a pesar de su comportamiento calculador y su frialdad, comienza poco a poco a conocer y a comprender a quienes lo rodean en ese día único, y hasta se da cuenta de las verdaderas posibilidades que encierra aquella experiencia y el hacerse consciente de sus actos, de la naturaleza de los otros, y hasta de sí mismo.

Es este último proceso, por lo demás, el que me interesa trabajar con los chicos. La posibilidad de actuar en el presente. Hacernos conscientes que nuestros actos son una elección y que realizarla de buena forma nos beneficia tanto a nosotros como a los otros, y que la oportunidad de "cambiarlos" -a nuestros actos-, y de escoger lo correcto, está en cada momento y no es algo que deba irse de nuestro control o que sólo sea posible a partir de la situación excepcional que vive el personaje de Murray al interior del film.

De ahí entonces a relacionar lo que sucede en la película con la creación de textos personales, -como el diario de vida, por ejemplo- y el trabajo conduscente a rastrear en nuestros días -en los apuntes de las acciones que resumen nuestro día- todas aquellas acciones susceptibles de mejorar y reformularlas hasta crear aquello que consiste para nosotros en un día perfecto, si es que nos fuese dado corregirlo, como a Murray en el film.

Pues bien, más allá de otras cosas técnicas del trabajo -y que aquí no vienen al caso-, me quedan dando vueltas una serie de ideas que dicen relación con la construcción de nuestros momentos... con la consciente creación de nuestros recuerdos mediante los acciones que desarrollamos día a día y adquirir así esa consciencia del diseño y del modelamiento de nosotros mismos que continuamente estamos realizando, aunque no seamos conscientes de ello todo el tiempo.

¿Qué pasaría entonces si en un par de horas -de dormir por supuesto- me despierto en el día que acababa de terminar? ¿Qué pasa si estoy consciente que he de vivir nuevamente ese día... y que ese día puede constituir incluso toda mi eternidad...? ¿Cómo me gustaría vivirlo? ¿Qué cosas cambiaría?

Pienso entonces que quizá es eso mismo lo que estado haciendo en parte con este blog este último tiempo... utilizarlo en parte como herramienta que me permite en parte darme cuenta de ciertas experiencias vividas durante el día... aunque lo principal en todo esto, supongo, será el vivir nuestro presente consciente de que lo estamos corrigiendo en cada instante y que aquello marca quienes somos... quienes queremos ser.

Habrá que despertar entonces a nuestra propia marmota, como lo hace Murray en el film. Raptarla y llevarla con nosotros si queremos que de verdad las cosas cambien o sean vividas al máximo en cada momento, y nuestras acciones pasen a contener un poco de nosotros y no sean hechos desligados de quienes somos y de aquello que sentimos.

Sí, supongo que así de sencillo es todo esto. Aprender, comprender, elegir... vernos reflejados en nuestros actos y palabras... querer a los otros y ser queridos porque vemos y hemos sido vistos totalmente... ser parte de nuestras huellas... estar presentes... dejar palabras que tengan nuestro aroma...

-Qué fácil era todo... después de todo -dijo alguien, resumiéndome.
.
-Y que mamón -dijo otro.

Y justo entonces, otro día comenzó.

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