martes, 26 de octubre de 2010

Mi casi conversación con Hildegard von Bingen.

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“Las visiones que contemplé no las vi ni estando dormida
ni soñando ni enloquecida ni con los ojos carnales
ni con los oídos de la carne ni en lugares ocultos;
sino despierta, alerta,
y con los ojos del espíritu y los oídos interiores,
las percibo abiertamente y de acuerdo
con la voluntad de Dios.”
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Hildegard von Bingen.
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Me gustaría decirle que sí, señorita Hildegard. Créame que me gustaría confirmar la interpretación que usted le da a sus experiencias, pero la verdad es que todo aquello tiene una explicación más lógica y tranquilizadora que la que usted señala.

Y no es que Dios carezca de lógica, no me vaya a entender mal, de hecho, la idea de Dios también podemos explicarla fácilmente, ya sea en un ámbito protocrático, lleno de categorías afectivas o llevada esta idea hasta un ámbito epicrítico, usando la terminología de Head, por supuesto… no, no el de las mochilas, señorita Hildegard… pero no, no importa, voy a tratar de evitar los conceptos específicos para que nos entendamos mejor.

No, si no es ninguna molestia… cómo cree.

Déjeme decirle en todo caso, que lo que me anima a entablar este diálogo con usted –porque a pesar de lo que pueda parecer, esto es sin duda un diálogo-, dice relación con sus… ¿está bien llamarlas experiencias místicas, señorita Hildegard…? Pues bien, le estaba diciendo que mi interés, apunta principalmente a desentrañar algo que me inquieta en todas esas visiones, o experiencias místicas que usted dice haber percibido a lo largo de su vida.

Pues verá usted, sé que mi imagen no es la mejor en este momento, -trasnochado, con una cerveza en la mano y vestido a medias en una pieza toda revuelta-, pero le pido que confíe en mí y en mi sapiencia, por supuesto… sí, sapiencia, señorita Hildegard, no se ría usted… sabiduría, conocimiento o como quiera usted llamarle. Yo elegí esa palabra por mejor…

¿Puedo seguir?

No, si no me enojo, ¿pero me permite avanzar…?

Gracias. Continúo entonces. Le decía que confiara en mi sabiduría y en la profundidad del análisis al que he sometido sus visiones, dibujos y hasta textos que he podido recopilar, y escuche mis conclusiones sin ningún tipo de reparo, puesto que cada una de las ideas que aquí esbozo, ha sido cuidadosamente trabajada de la misma forma como se ha escogido cada una de las uvas que han dado forma a este vino que me dispongo a abrir –y que no le ofrezco pues sé que en su calidad de abadesa usted no puede servirse este tipo de brebajes- para hacer de esta brillante exposición, una experiencia más placentera y distendida.

Permiso… y a su salud.

Prosigo entonces.

Mire usted, Hilde… ¿puedo decirle Hilde, cierto…? Pues bien, no me interesa aquí contradecir sus experiencias, es decir, el hecho físico de las visiones que usted dice haber tenido. Es decir, no soy de los que sospechan que dichas visiones fueron un artificio conducente a obtener cargos y garantías en la iglesia, aunque de hecho los haya obtenido… No, no se trata de eso.

Mi problema específico dice relación con la interpretación que usted le da a dichas visiones, o sea… a ver, deje tomarme otra copa para aclararme… ¿no quiere cierto…? Bueno, le decía, mi atención está puesta en la re-organización de sus visiones, en la interpretación que usted le otorga y específicamente en los dibujos que, motivados por las visiones usted dice reproducir.

Pero seamos francos Hilde… mire, usted misma señala que sus dibujos son interpretativos, que no son reflejo directo de aquello que se dio a sus sentidos, sino que… ¿cómo decirlo…? Ya han estado mediados por la significación que usted ha creído necesario brindarles…

No, si no dudo de usted, sólo digo que entre sus dibujos y sus visiones existe un espacio importante, un espacio en el que cabe todo un significado, no sé si me entiende…

Mire, vaciaré mejor lo que queda en esta botella para explicarle… a su salud, HIlde… ¿no le molesta que tome directamente de la botella no es cierto…? Pues bien, mire, ¿qué es lo que tengo acá?

Muy bien, usted lo ha dicho, una botella vacía. Pero dígame ahora ¿está realmente vacía esta botella? O si lo está, ese vacío ¿no es el mismo que existe fuera de dicho envase?

Espere, voy a buscar otra botella llena para explicarle la diferencia. Bueno, esta es de aguardiente, pero imaginemos que son iguales. Mire la destapo. Hasta este momento la botella está digamos llena, ¿concuerda en eso? Pues bien, ahora mire… ahhh, está fuerte… pero mire, que esto es lo importante, ahora esta botella tiene un espacio que según usted señaló antes, está vacío…

No, no se contradiga ahora, y escuche: lo que pretendo explicarle acá es que de la misma forma como esta botella pasa poco a poco a contener ese vacío que estaba fuera y digamos, a darle forma, pues de la misma forma sus interpretaciones y dibujos le han dado forma a fenómenos que nos rodean constantemente y que pueden ser nombrados de una forma mucho más directa…

¿Puedo decirle cuál es ese nombre, HIlde…?

Entonces se lo digo: Fosfenos, Hilde…. FOS - FE – NOS. Partículas de luz Hilde, todos las vemos, tú incluida, por supuesto… ¿te puedo tutear, cierto Hilde? Es por eso que ese brillo que tú interpretas como “estrellas” y que a veces identificas como ángeles o como el brillo de la voluntad divina, se repite prácticamente en todas tus experiencias.

No HIlde, no te enojes, espera, no estoy negando tu realidad, la estoy reafirmando si es que me entiendes bien… no me interesa acá poner en duda a tu Dios o algo que vaya en ese sentido, sino simplemente reordenar los significados… despejar el significante de tus visones para que en la naturaleza de ese Dios, de ese dios-fosfeno,-si podemos llamarlo de esa forma-, puedan tener cabida otras interpretaciones…

Mmm, pero veo que no respondes…

¿Sabes lo que es un escotoma negativo, HIlde?

Mmm, de nuevo no respondes…
Pues si de verdad te pones en ese plan, tendré que adoptar una actitud digamos, más desafiante, y reducir todo aquello que te sucede a fosfenos y escotomas, ¿pero sabes? Hay algo que me intriga y que no logro hacer coincidir y de eso quería preguntarte, y me gustaría tu participación por supuesto, porque si no esto se transforma en un monólogo y ya te dije que lo que me interesa acá es entablar un dialogo… Mes gustaría tu participación porque hay algo en las descripciones e interpretaciones que das que no logro entender totalmente… mira, hagamos algo, yo me sirvo otro poco de aguardiente –para que no se pierda- y tú lees en voz alta esto…

Mmm… todavía espero Hilde… tendré que tomarme otro sorbo para darte tiempo…

¿Aún no?, está bien, lo leeré yo, pero acuérdate que esto lo dijiste tú:

“…Yo llamo a esa luz, “nube de Dios viva”. Y lo mismo que el sol, la luna y las estrellas se reflejan en el agua, así los escritos, palabras, virtudes y obras de los hombres brillan en ella ante mí… A veces veo dentro de esta luz otra luz, a la que llamo, “la nube de la luz viva en sí”… y cuando la contemplo se borran de mi memoria todas las tristezas y pesares, de tal modo que vuelvo a ser una simple doncella y no una anciana…”

Qué lindo, Hilde… te lo digo sin ironía…de verdad escribes bien… ¿pero sabes? Me gustaría que me aclararas la diferencia que existe entre la “nube de Dios viva” y la “nube de Dios viva en sí”… o sea, entiendo que una está dentro de otra… de hecho hay un fenómeno similar relativo a los fosfenos con lo que pudiese dar por cerrado el asunto, pero… ¿puedes mirarme a los ojos Hilde…?

Gracias. Qué bonitos ojos a todo esto…, no, no te ofendas… mejor me tomo otro trago, espera…
Ya, ahora sí… pero mirándonos porque si no, no funciona…

Ahora sí, Hilde, pero contéstame sinceramente: ¿Qué hay de la sensación que dices experimentar? ¿Qué hay de esa desaparición de los pesares y tristezas al mirar la luz dentro de la otra luz?

Me refiero a si es también una interpretación como los dibujos o si es más bien una descripción directa de lo que te pasa…

¿Cómo…? ¿Qué qué cambiaría si fuese en verdad una descripción…? Pues cambiarían muchas cosas Hilde, muchas, sería algo tan importante como si de pronto… ¿me puedo tomar el concho de la botella…? Gracias… pues bien… uy, no quedaba tan poco… pero ahora sí… ¿qué decía…? Ah, ya recordé… que cambiarían muchas cosas Hilde…

Te lo explico con un ejemplo: ¿Te conté la historia del niño aquel que jugaba a hundir la cabeza bajo el agua y apretar bien los ojos? Pues bien, escucha… ese niño también veía fosfenos… Claro que no tenía la lucidez que tienes tú, ni dibujó nada en particular, pero se obsesionó de tal forma que cada vez que lo dejaban solo en su casa lo encontraban al volver con la bañera rebalsada, e incluso tuvo que ser internado un par de veces…

Bueno, el caso es que el chico aquel murió… no me apena porque la verdad si estaba vivo iba a permanecer recluido, y de hecho así es como lo conocí yo… y hasta les mostré tus dibujos y le gustaron… pero te contaba que el chico murió y hasta el final intentó ver eso de las luces y hasta su muerte fue producto de lo mismo, aunque no quiero recordar ahora aquel asunto… Lo importante aquí es que el cadáver de aquel chico tenía una sonrisa… Sí una sonrisa Hilde, pero no como la mía o como la tuya… la sonrisa de ese chico digamos que apareció ahí para no ser removida, como un reemplazo de algo que no estuvo ahí antes… o mejor dicho, estuvo, pero no para ser visto…

¿Me entiendes Hilde?

Pues bien, si esa luz dentro de aquella luz existiese… si fuese verdad aquello del Dios ese que habita al interior de los fosfenos… si tuviésemos ese acceso directo Hilde…

Créeme Hilde, si eso fuera así yo mismo iría de puerta en puerta contando aquel secreto, y hasta te convenzo pa´ que te salgay de las monjas y busquemos esa luz dentro de la luz que si no mal entiendo está en el mundo mismo, o es reflejo directo del mundo que es prácticamente lo mismo a fin de cuentas…

¿Qué? ¿Qué no te interesa?

No seay así po Hilde, mejor vamos a tomarnos algo… mira que la vida es corta y con trago los fosfenos brillan más, y la tristeza también se pasa, a veces…

Piénsalo Hilde, decídete… mira que esto también puede ser parte de la voluntad de Dios, ¿no te parece?
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