viernes, 22 de octubre de 2010

Una esquirla en la cabeza de Shostakovich.


Shostakovich tenía una esquirla en la cabeza.
Una metálica: un fragmento de una bomba móvil.
Según los estudios, la esquirla estaba en su cerebro,
justo en el cuerno temporal del ventrículo izquierdo.
O sea, por ahí.

Sin embargo aquella esquirla,
no presentaba problema alguno para Shostakovich.
Es más,
el músico señalaba que desde que tenía aquella esquirla
cada vez que ponía la cabeza en cierta posición,
podía escuchar música:
melodías siempre distintas que luego
según sus palabras
podía recomponer y utilizar de base en sus propias creaciones.

Pero el caso es que no soy Shostakovich.
Y alguien podrá discutir conmigo
acerca de que yo no tengo esquirlas.
Pero en verdad,
yo sólo acepto que no tengo esquirlas metálicas,
y porfío en silencio sobre lo demás
y no hago concesiones.

Shostakovich, por lo demás,
vivía agradecido de aquella esquirla.
Y sus amigos cuentan que cuando se emborrachaba,
hablaba de su esquirla como si fuese una amiga,
una a la que además el músico había puesto un nombre
Tan íntimo que no logro encontrarlo
cuando indago sobre él.

Respecto a mi propia esquirla,
debo confesar que también tiene un nombre
Íntimo por supuesto y que tampoco encontrarán
si pierden el tiempo indagando sobre mí.

Mi esquirla además no motiva creaciones,
y no produce nueva música ni silencios.
Mi esquirla es más bien similar
a esos puñales que se entierran en el pecho
y que no pueden ser quitados por miedo a que la herida
se reabra y no haya como contener hemorragias
y devenga entonces la muerte,
o la agonía.

En cambio,
y para mi envidia,
las agonías de Shostakovich suenan de maravilla,
Sus conciertos para violín,
o para Cello,
son algo que no se acerca ni un milímetro
a lo que yo puedo lograr
cuando busco asimilar mi esquirla
y encontrar la posición exacta
para escuchar su música.

Y es que cuando lo hago,
mi esquirla reproduce la voz de Chet Baker,
o hasta una de esas canciones tristes de Leonard Cohen,
Esas mismas que mi esquirla me invita a escuchar
y luego no me deja,
pues se clava íntegramente en el pecho,
y me hace llorar como si además
me quemara y me acariciara al hacerlo.

Con todo,
he aprendido a querer a mi esquirla,
a sentirla casi como una semilla que echó raíces acá adentro
y que no quiero arrancar
No a la fuerza, por lo menos.

Quizá algún día salga por sí sola,
o se transforme en pájaro o en risa,
O hasta en música como le sucedía a Shostakovich.

Si un día ocurre eso,
y alguien así lo quiere, o lo necesita,
prometo estar atento para recomponer aquello que me entregue
Y volverlo hacia ustedes de la mejor manera
que me sea posible.


2 comentarios:

  1. http://www.youtube.com/watch?v=kQ4qXMzpH-Y&feature=related
    http://www.youtube.com/watch?v=Mu73fNsCeno&feature=related
    regalo musical de Beirut, pensaba en ellos.

    ResponderEliminar
  2. a ver si su esquirla le invita a escuchar a Jacques Brel
    merece una entrada este hombre
    quema y acaricia
    http://www.youtube.com/watch?v=dSfc662vXZU
    http://www.youtube.com/watch?v=7zyycg7G0hY&feature=related
    igual que hace un rato; dos videos de regalo. El resto está para ser decubierto en el buen amigo de youtube

    ResponderEliminar

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales