domingo, 26 de diciembre de 2010

Formas para no estar solo, o La nueva naturaleza de Theo Jansen.

.


Existen varias soluciones
para cuando se está solo.

Y no voy a hablar aquí de amigos imaginarios,
muñecas inflables,
o posiciones del Mano-Sutra.

De hecho,
lo que aquí se mencionará,
tiene una belleza que me pone tan nervioso,
que no encuentro una forma cómoda
de expresarla.

Es por eso, entonces,
que recurro al verso,
lo que de paso ayuda a esconder
el asombro
y la falta de ritmo,
que hoy por hoy
me caracterizan.

Dicho lo anterior,
sólo me queda presentarles
a Theo Jansen,
ése que ahora está escondido
bajo mi cama,
avergonzado de que haya descubierto
gran parte de sus estudios de física
y hasta algunos poemas
que escribió cuando joven,
antes de dedicarse a ese extraño tipo de esculturas.

Y es que Theo Jansen
tiene miedo que cuente
que siente a los hombres condenados,
que todos sus estudios
y hasta su tesis no terminada
hablaban justamente
de la extinción del hombre,
de la disolución del mundo,
de la supremacía del viento
y del vacío.

Sin embargo,
al menos a mí,
averiguar estas cosas
le da un sentido mayor
a sus creaciones.

Así,
esa naturaleza nueva,
resistente
y eterna,
esos tubos amarillos
movidos por el viento
en las playas de Holanda,
pasan a ser
los seres que permanecerán,
los nuevos dioses,
diseñados desde pequeños
por Theo Jansen,
quien supo buscar a alguien
escondido,
que soplara sobre ellos.

Quizá es por esto que Theo
ya ha sido detenido varias veces
por intentar vivir sobre la arena
junto a sus creaciones,
y ha debido adoptar,
un discurso que termina por situar al arte
tan cerca de la noción de cálculo
y de diseño,
que ha atraído la mirada
y el dinero
de varios
que no saben qué hacer
con ambas cosas.

Yo moriré,
-dice Jansen-,
como todos,
pero hasta entonces,
me esfuerzo por llegar a concebir
la máquina perfecta,
el ser que sea capaz de sobrevivir a la muerte
y no temer de ella.

Además,
-y esto sólo lo admite en sus poemas,
por cierto-,
él mismo dice sentirse movido por un soplo,
un aire que lo desgasta y que lo hace morir
al mismo tiempo que le otorga vida.

Por esto,
y por sus bellas creaciones,
por supuesto,
le perdonamos a Jansen
vender sus creaciones
para un comercial de BMW,
y hasta entendemos,
al verlo,
que este hombre ame más
a aquellos seres,
que a quienes algún día lo rodearon.

Salga entonces,
Theo Jansen,
de debajo de la cama,
pues prácticamente no tiene usted
de qué avergozarse.
.

.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales