jueves, 31 de marzo de 2011

Una dama con chaqueta verde ya no espera a Auguste Macke.

. .
Pobrecita,
para mí que a August
se le olvidó pintarle pareja,
y hoy es tarde.

Yo la miro
y me gustaría decirle que
no tiene nada que envidiar,
que estar con uno de esos hombres
que andan allá atrás
es simplemente estar sola de otra forma
y no tener salida
y llegar al muro.

¿Porque se dieron cuenta que hay un muro,
cierto?

Yo en principio no lo vi,
como el color se parece al pasto…

Y es que en realidad
me fijaba solamente en la mujer
y sentía algo así como tristeza…
y claro…
como yo era chico y mamón
y buscaba escribir de un amor que no sentía…
resultó que al final una copia de la imagen
estuvo largo tiempo enmarcada
sobre mi velador,
y yo la miraba entonces
imaginando largas conversaciones.

Mi idea era algo así
como subir desde el otro lado
e irrumpir en la escena:
¡yo soy Vian!
hubiera dicho,
¡y vengo por ti!
y sólo para asombrarla habría tirado
a uno de esos tipos
hacia el otro lado
de aquel muro.

Eso pensaba, recuerdo,
y repasaba mis palabras,
y cada uno de mis gestos…
hasta que me di cuenta
poco a poco
que lo que yo imaginaba en verdad
no eran largas conversaciones
sino un monólogo constante
e incomprensivo
que a veces tenemos hacia otro
que creemos amar,
y no lo vemos.

Con el tiempo,
debo haber botado aquella imagen,
pero no lo recuerdo claramente…
y es que tengo años borrados
por aquella época
y en los que no me gusta
andar indagando.

Así, hoy,
cuando me encuentro nuevamente
frente a esta mujer
de chaqueta verde,
creo que ni ella
ni yo
esperamos ya nada.

Es decir,
ella está allí, claro,
todavía,
pero ya no hay nada que quiera decirle,
pues me doy cuenta que en realidad
ella supo siempre todo
y yo hablé de más,
como siempre,
y esa es la forma simple
de terminar aquella historia.

Otra forma,
sin embargo,
exige de mí una comprensión
que hasta el día de hoy
me es esquiva, o,
al menos,
inexpresable.

Puedo intentar, claro,
y decir que aquella mujer no está en el cuadro,
que mientras lo miras
ella está justo tras de ti,
o a un costado,
tranquila y sin embargo
exigiendo algo…
sin decir nada, por supuesto,
que es la forma más efectiva
de exigir.

Por otro lado, pienso también
que si sacase a esa mujer de la imagen,
el cuadro no cambiaría,
es decir,
cambiaría algo
pero en el espectador,
no en la propia imagen,
como si la mujer de chaqueta verde
fuese en realidad
algo así como uno mismo
siendo extrañamente testigo
de la vida de los otros,
en un lugar asignado
por un tipo que se enroló para la guerra
y murió a las pocas semanas
dejando inconcluso por tanto
algo más que este cuadro…

Y es que la dama de la chaqueta verde,
digamos,
si bien ya no espera a August Macke,
-y probablemente no espera nada,
como ya hemos dicho-,
está ahí de una forma similar
a la que uno mismo adopta
mientras escribe estas palabras.

Así, pienso,
quizá alguien algún día,
sin comprender, por supuesto,
tenga también mi imagen
sobre el velador,
y creerá conocerme
y comprenderme…
y se repita la historia…

Y claro:
ella seguirá allí
y yo acá,
y los hombres con sus rostros borrosos
seguirán yendo por el mundo…
difuminándose…

Y es que esa es en última instancia
la historia que se repite…
y al igual que Macke nos enrolamos a una guerra
que no es nuestra…

y luego no volvemos

y es el fin.

1 comentario:

  1. Me gustó mucho lo que escribiste!!! Buscaba info sobre ese cuadro y di con tu escrito por casualidad je.
    Considero que sería millones de veces más fácil la vida, y capaz que más linda, si no esperáramos nada. Ahora, lograr realmente "no esperar" cuesta mucho. Supongo que es un trabajo muy arduo que nadie comprende y que puede tomar años o vidas enteras, pero creo (en realidad lo sé porque lo he experimentado) que si te esfuerzas llegas a sentir paz... Parece que no fuera nada fácil... Vivir esperando puede ser una carga constante. Vivir no esperando es un esfuerzo sostenido, no suena muy alentador, pero según he vivido, da más paz que lo primero. No hablo de ponerse fatalista o nihilista... Tiene que ver con desapego, con ver que en la vida todo es apariencia e impermanencia... Que lo que parece bello y seductor puede ser una trampa si o mantenemos el enfoque, el centro en "algo"... aunque ese algo sea la misma idea de impermanencia constante. Este cuadro me hace pensar en Budismo jeje. Suerte!

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