viernes, 27 de mayo de 2011

Vengo por el premio.

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“La extrema evidencia, la evidencia original,
es una intuición: o bien es empírica o bien reposa
sobre la intuición a priori de las condiciones de la
posibilidad de la experiencia. En ambos casos
no nos suministra más que un conocimiento
inmanente, nunca trascendente.”
A. Schopenhauer.
.

-Buenas tardes, disculpe… vengo por el premio.

-¿Cuál premio?

-El de las tapitas marcadas, había que juntar las letras y…

-Espere señor, no quisiera desanimarlo, pero sinceramente no sé de qué concurso me está hablando…

-El de las tapitas de bebida, uno juntaba las letras y…

-No me refiero a que me explique el concurso, señor, sino que no tengo conocimiento de ninguno… y me parece que está en un error…

-¿En un error? Pero si la palabra está correcta, yo…

-Señor, le repito nuevamente que debe estar en un error… además esto no es un centro de canje…

-¿No es un centro de canje?

-No señor, definitivamente no.

-Mmm, ¿está seguro…?

-Totalmente.

-¿Y qué es entonces?

-¿Qué cosa…? ¿Yo o este lugar?

-Ambas cosas. Usted y este lugar.

-Pues sinceramente, no lo sé del todo.

-¿Y no podría ser un centro de canje, ya que no sabe del todo qué es?

-Creo que no, al menos sé que este lugar no es eso, y que mi función es otra.

-¿Y no podría usted hacer una excepción?

-¿Y mentir?

-Sí… o jugar al menos a que usted es otra cosa…

-Es que con esas cosas no se juega, según parece, después de todo… ¡ya ve lo que le pasó al mundo!

-¿Qué le pasó?

-¡¿No lo sabe?!

-Eh… no, no lo sé.

-El mundo desapareció, señor…

-¡Eso es absurdo…!

-Quizá sí, pero es cierto.

-¿Puede comprobarlo…?

-Pues no necesito comprobarlo, además puede usted acceder al hecho directamente…

-¿Acaso leyó usted a Schopenhauer?

-¿A quién?

-A Schopenhauer… es que el otro día leía algo de él donde criticaba la idea de que solo lo demostrado es totalmente verdadero…

-Pues no, no lo he leído… ¿qué más decía sobre eso?

-¿Schopenhauer?

-Sí, ¿qué pensaba entonces sobre lo que realmente era verdadero?

-Puede que me equivoque un tanto, pero al plantear que las ciencias, al ir de lo universal a lo particular subordinan la verdad a la demostración…

-¿Subordinan la verdad…? ¡Qué insensatez…!

-Claro, eso decía Schopenhauer… y proponía que realmente toda verdad exige otra verdad indemostrable, que sería su fundamento o el fundamento de su demostración… ¿me sigue?

-Eh… sí, más o menos…

-Pues bien, a partir de eso, él proponía que una verdad inmediata debía ser preferible a la fundada en una prueba, de la misma forma como el agua de un manantial suele preferirse ante el agua transportada por las cañerías…

-¿Intuición versus reflexión?

-Sí, algo así… aunque creo que el verdadero contrincante es el juicio fundamentado en la lógica, o hasta el silogismo más elemental…

-A mí me caen mal los silogismos, me suenan como a ropa incómoda…

-Sí, a veces incomodan, sobre todo cuando te hacen creer que son indispensables… Schopenhauer por ejemplo decía que no puede haber verdad que necesite indispensablemente del silogismo para ser obtenida, pues esta necesidad será siempre relativa e incluso subjetiva…

-Claro, porque toda demostración sería un silogismo…

-Sí, y además como toda demostración es un silogismo, una nueva verdad no necesita demostración, sino evidencia inmediata, y solo luego se hace un uso provisional de la demostración…

-Pero entonces nada sería plenamente demostrable… o sea, ninguna ciencia, me refiero…

-Claro, sería como un edificio suspendido en el aire, diría Schopenhauer, pues toda demostración debe referirse a un elemento intuitivo, no demostrable…

-¿La intuición antes de la reflexión?

-Exacto.

-Mmm.

-Mmm.

-A todo esto, ¿decía usted que juntó una palabra con tapitas de bebida?

-Sí, pero luego decía usted que aquí no era un punto de canje.

-Y era cierto…

-Y luego agregaba que el mundo había desaparecido.

-Lo cual también es cierto, sin duda.

-Mmm.

-Mmm.

-¿Sabe? Intuyo que hubo un error en todo esto…

-¿En nuestra conversación?

-Quizá, o en nuestro entendimiento.

-Sí… puede ser.

-Quizá debiésemos empezar todo de nuevo.

-¿Y volver a hablar las mismas cosas?

-No sé… no creo… tal vez solamente deba alterar el orden de las tapitas y crear otra palabra…

-O tal vez no haya que crear palabra alguna…

-¿Cómo…?

-¡Un grito…! Quizá sea mejor juntar las letras de un grito…

-Pero un grito escrito es como agua de cañería…

-¿Y entonces?

-Gritemos, y manda las tapitas a la mierda…

-Pero…

-Eso: gritemos… cerremos los ojos y gritemos y arroja esas tapitas lejos, y que el eco del grito haga reaparecer el mundo…

-Mmm…

-¿No te convence?

-Sí, pero… ¿y el premio…? Yo venía por mi premio, ¿te acuerdas?

-Quizá luego de gritar alcance igual a venir el premio…

-¿Lo crees?

-Lo intuyo… aunque también pienso que quizá el grito pueda ser el premio…

-Mmm…

-Mmm…

-¿Vamos por el premio entonces?

-¡Vamos…! Y otro día te cuento, con más tiempo, qué palabra formaban las tapitas…

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