viernes, 22 de julio de 2011

Antojos.

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I.

Un amigo me explica que está teniendo problemas con su mujer, que está embarazada de apenas un par de meses, así que me pide ayuda.

-¿Y qué mierda se supone que puedo hacer? –le pregunto.

-No sé bien, hueón, es que a ti te tenía buena ella, y a lo mejor podís indagar por qué anda así.

-Así cómo… ¿embarazada?

-No po, hueón, mañosa, fría… si incluso quiere que yo no vuelva a la casa… si es serio el asunto…

-Pero a lo mejor es normal, acuérdate que está embarazada, y tenís que consentirla y…

-Hueón, la he consentido en todo… ese no es el punto, si me he portado más bien que nunca… le llevo regalos, la invito a salir, le pregunto si tiene algún antojo…

-¿Y…?

-Nada, po hueón… si incluso me dijo que su único antojo era no verme más…

-¿Y se supone que yo debo ir, hacerme el simpático, hablar con ella e indagar sobre que le sucede…?

-Sí, y si podís también convencerla de que me deje volver.

-¿Y no querís que te planche la ropa ya que voy a andar por allá?

-Puta, hueón, sé que es un cacho, pero no tengo ningún amigo al que ella le tenga aprecio…

-Pero si yo no la he visto más que dos veces y apenas nos saludamos.

-Pero ella sabe que escribís y dice que eres sensible… además yo le di a entender que tú eras… no sé… como más comprensivo con el lado femenino…

-¿Qué le dijiste?

-Eh… mira, voy a ser sincero… le dije que tú… si entendís po hueón…

-¿Qué cosa?

-Pucha, como te lo digo... que abrazabay para atrás…

-¿Le dijiste que era maricón?

-Sí… es que…

-¿Y pa qué mierda le inventaste eso?

-Es que ella hablaba como bien de ti, y me anduve poniendo celoso…

-¿Y entonces además tengo que hacerme pasar por gay…?

-Pero no creo que eso influya, la cuestión es hablar y averiguar, no más…

-Mira hueón, sinceramente la situación es muy rara como pa meterme, además siempre en esto hay otras cosas y todo se puede enredar… mejor habla tú claramente, y…

-Es que ya le dije que ibas hoy…

-¿Qué…?

-Eso… que ibas hoy y que ibas a aprovechar de traer unas cosas mías… ahora te pensaba llevar…

-¿Y por qué se supone que debo ir?

-Porque eso que ibas a buscar son los tomos de El hombre sin atributos, de Musil…

-¿Y esos tomos…?

-Sí, serían para ti. Ese es el pago.

-…

-¿Vamos?

-Ok., deja ir a buscar una chaqueta.

-Ponte esa media rojiza… que es un poco más femenina…

-¿Qué dijiste?

-Nada. Te espero en el auto, mejor.

-Ok.


II.

Estamos en el living. El lugar es amplio y todo está perfectamente limpio, casi nuevo. Se me había olvidado que tenían una buena situación. De hecho, ella, la esposa de mi amigo, trabajó un tiempo dando el tiempo en un canal del cable, y al parecer le pagaban bastante bien.

-¿Otra cerveza? ¿O prefieres un trago?

-No, cerveza.

-¿Negra, cierto?

-Sí… ¿cómo sabes? –le pregunto.

-Lo repetías harto en esos poemas que sacabas en la revista…

-¿Cuál revista?

-La revista, es que era hace harto tiempo… como 10 años, parece, tú estabas saliendo de la u y yo había entrado ese año a filosofía…

-¿Estudiaste filosofía?

-Sí, pero solo estuve como año y medio… los profes eran una mierda y nadie se interesaba por nada… a mí por bonita se me lanzaron como dos…

-Sí, supongo que debe ser incómodo…

-Lo es. Pero bueno… al final supongo que me aproveché de eso…

-¿Con lo de la tv?

-Sí... Un poco de ropa a la medida, un escote mínimo, pero llamativo… era fácil ganar dinero así…

-Sí, recuerdo… de hecho siempre nos preguntábamos cómo fue que te habías quedado con… bueno, con tu esposo…

-Puede ser estúpido, pero ¿sabes por qué decidí estar con él?

-No... ni idea.

-Por su tesis. Nada más que por eso. Es decir, siempre me atrajo ese mundo… no el estudio y la crítica sino la sensibilidad que podía haber tras ese mundo, o sea los sentimientos que podían prevalecer sobre la teoría… y su tesis me pareció hermosa… profundamente hermosa, de hecho.

Yo la miro mientras me habla y le veo los ojos brillosos, como si la hermosura de la que habla la hiriera incluso un poco, dentro de ella… y me siento profundamente halagado. Y es que por lo general nadie captaba esas cosas y mucho menos en los trabajos para la universidad, y bueno… la verdad es que esa tesis la había hecho yo, y mirar entonces a esa mujer, ahí, en medio de esa casa donde todo está sutilmente equilibrado… me lleva a imaginar algo así como una vida distinta… profundamente distinta.

-¿Esa tesis la escribiste tú, cierto? –me pregunta entonces, mirándome a los ojos.

-¿Qué?

-No importa que lo digas… sé que la escribiste tú… lo supe siempre, incluso. Pero como tú tenías… bueno… otros gustos…

-¿Cómo…? ¿Qué otros gustos?

-Lo de ser gay… lo sé desde ese entonces, no te preocupes, me afectó en un momento, pero…

-A ver, espera… ¿te afectó…?

-Sí. Si fue así como terminé casándome… yo te quería conocer y bueno, él era tu amigo… y como él me contó que eras gay, y él se juntaba contigo yo pensé que… no sé… como que compartían el mismo mundo…

-Es decir, que yo ye te gustaba a ti…

-Sí… pero no te preocupes… siempre me ha pasado, cuando realmente quiero algo desde el fondo de mí invariablemente aparece algo que lo imposibilita…

-…

-Igual no te lo digo para complicarte, disculpa… tus gustos son válidos… es solo que creo hubiésemos sido una hermosa pareja, me hubiese encantado estar al lado tuyo, compartir… pero claro, ahora veo que me equivoqué… y que este hueón o cambió o nunca fue nada de lo que creí que era…

-Pero justo ahora estás embarazada y…

-Por eso, justamente. No quiero esta vida. Ni los muebles ni esta casa, ni mucho menos a él… Supongo que me voy a ir a un lugar pequeño, ojalá lejos de la ciudad y cuidar a mi hija… quizá hacer algunos talleres de dibujo… como que ese es mi antojo… bueno, uno de mis antojos…

-Pero a lo mejor él no es tan frío como crees…

-¿Por qué…? ¿Porque te mando a buscar El hombre sin atributos…?

-…

-Ese libro se lo regalé yo hace años y ni siquiera lo ha abierto… quizá habría sido una señal en otro momento, pero hoy ya es tarde… hoy tengo otros antojos…

Entonces se produce un breve momento de silencio y yo trato de bloquearme, de no pensar en nada y tomarme la última cerveza, antes de irme.

-¿Quieres que le diga algo o intente explicar algo cuando me vaya? –pregunto finalmente.

-La verdad es que quisiera que no te fueras –me dice ella, con un tono extraño-, me avergüenza pedirlo así, pero… ¿dormirías conmigo esta noche?

-¿Dormir…?

-Sí… sé que tus gustos son otros, pero aún soy bonita y me gustaría tener al menos una noche esa vida que quizá pudimos tener… ¿no puedes hacer una excepción? No te pido que hagas nada si no te nace, pero estoy segura que puedo convencerte… o dormir abrazados al menos… -me dice con una sonrisa.

Yo intento ordenar un poco lo que sucede… intento anular mis sensaciones, dejar de lado lo tremendamente atractiva que me parece ella… y hasta me repito una y otra vez que mi amigo es frío y todo lo insensible que quieran, pero no es un mal tipo… a lo mejor me robó mi vida, es cierto… pero… esperen, ¿qué dije…? ¡¿a lo mejor me robó mi vida?!

-¿Aceptas? –pregunta ella, acercándose un poco.

Yo entonces la miro nuevamente y pienso que las cosas no pueden tampoco ser así de fáciles… es decir, ella tampoco me conoce… y hacer esto por algo que se supone profundo e importante, es apenas otra manera de engañarnos…

-Sería solo otra manera de engañarnos… -le digo entonces, aunque no muy convencido.

Tras unos segundos en que ella guardó silencio y puso sus manos sobre las mías, se puso de pie bruscamente y se alejó unos pasos.

-Soy una tonta –dijo entonces, sollozando-, olvida por favor lo que te dije, es solo que quería imaginarme otra vida, y pasé por alto tus gustos, a lo mejor hasta tienes pareja… de verdad me avergüenza… disculpa…

Luego trajo los tomos de la obra de Musil y me la entregó.

-Puedes contarle la verdad de lo que ocurrió –dijo ella, como dando por terminada la visita-, además el problema con él es otro… aunque quizá… si pidió este libro… pueda ser que realmente quiera intentarlo…

-¿Pero quieres que le diga algo?

-Sí –dijo tras pensárselo un par de segundos-, dile que podemos hablar mañana y veremos qué es más sensato decidir…

Y entonces, como si nunca me hubiese dicho nada especial ni hubiese existido propuesta alguna, me llevó hasta la puerta y se despidió dándome la mano.

-Nos vemos, Vian. Gracias por la visita, creo que he quedado más clara… -me dijo.

Pero yo no contesté nada, y me fui en silencio.


III.

-¿Cómo te fue? –me pregunta entonces mi amigo, mientras recibe los tomos de Musil.

-No sé… -contesto-, tienes que ir a hablar con ella mañana…

-Pero toma los libros… te voy a dejar y me cuentas más en detalle…

-No tengo nada que contar –concluyo-, y no quiero los libros…

Por último, le pido que tampoco me hable ni me lleve para ningún lado, pues prefiero caminar.

Así, mientras avanzo en la noche, voy pensando en lo fácil que es dejar de vivir una vida, o cambiarla por otra... y extrañamente termino llorando, como si algo se hubiera desajustado adentro mío, y no supiera qué.

2 comentarios:

  1. ¿Me robó mi vida? es posible, pero tú no le robaste la suya.

    Un besote

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  2. Yo hubiese querido que desenmascararas a tu amigo...que, en realidad, creo que no es tal.
    No sé si te habrá robado la vida ni si habría posibilidad de que lo tuyo con ella funcionara, pero creo que tiene el derecho a saber la verdad, como vos el de decirla.

    Un abrazo.

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