lunes, 3 de octubre de 2011

¿Por qué dibujan felices las caritas en las o?

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Cada vez sucede menos, es cierto, pero de vez en cuando me toca revisar algún trabajo con caritas felices en las o.

Por lo general, se trata de trabajos que no logran cumplir los objetivos básicos, por lo que el alumno o la alumna termina ocupando el tiempo en dibujar estas caritas que me miran sonrientes y quietas, desde las hojas.

Ahora bien, no es que mi amargura sea tal que me desagraden dichas caritas, pero lo cierto es que suelen incomodarme de una manera extraña, como si su existencia fuera el origen de una pequeña amenaza, que por lo demás no sé exactamente en qué consiste.

Quizá por eso, suelo ennegrecer algunas, e incluso dibujarles una cara triste a algunas otras, como si al hacerlo estuviese equilibrando precariamente una especie de mundo.

Con todo, tanto sonrisas como caras tristes terminan por parecerme representantes de una misma mueca, y hasta me siento culpable, en ocasiones, de haber producido, o de permitir, que se les realice esta especie de ultraje.

Y es que de cierta forma, entre tanto rostro, me he acostumbrado a ver seres en algunas letras, "animalitos" que se dejan reunir y agrupar, para que tengamos al menos la ilusión, de poder comunicarnos.

Debido a eso, creo que prefiero dejarlas en paz. Es decir, me aprovecho bastante de ellas, pero no me interesa ultrajarlas hasta el punto de cambiarles la expresión que poseen ellas mismas.

Y es que en el mundo de las letras me imagino a las o viviendo sobre los árboles… similares tal vez a esos seres que movían la cabeza y que salían en algunas películas de Miyazaki, viviendo en los bosques… un poco independientes de las otras letras.

Ahora bien, ¿por qué sucede eso…?

Lo pienso un rato y luego doy con una teoría:

Las o son agujeros. Bocas de canales o de pozos que pueden permitirte acceder a otro mundo, o simplemente dejarte inmerso en un fondo húmedo, y oscuro.

Y claro, es así como esos seres-agujero se transforman luego en posibilitadores de un vínculo… un túnel peligroso que nos puede llevar a un lugar desconocido, y cuya expresión desconocemos.



Quizá me escape del tema, pero una idea parecida me produjo una vez el enterarme sobre un hecho relacionado con los erizos de tierra.

Creo que era una noticia, pero ya no estoy seguro… salvo que una vez escribí un cuento, sobre ello.

El hecho en sí era que los erizos, que nacían en grandes cantidades en una especie de bosque, atravesaban una carretera sintiéndose atraídos, al parecer, por el sonido del mar, que venía desde el otro lado.

Sin embargo, al hacerlo, prácticamente todos los erizos terminaban muertos, pues al ver venir luces en la carretera, o escuchar otros sonidos, lo único que se les ocurría a estos animales era cerrarse en sí mismos y sacar sus espinas, supongo que como método de defensa.

Así, sucedía entonces que los autos aplastaban a estos pequeños animales, y las manchas quedaban esparcidas de una manera extrañamente bella, sobre la carretera… como flores sobre el pavimento, recuerdo que decía esa vez en el cuento que por lo demás se ha perdido.



Pero volvamos a las o.

¿Son acaso estas o, algo así como las manchas sobre el pavimento de la hoja?

¿Con qué nos conectan?

¿Cuál es el enigma que proponen…?

O mejor aún, volvamos a la pregunta más básica: ¿Por qué han de ser felices las caritas que dibujan en las o? ¿Por qué de entre las decenas de alumnos que han dibujado esas caras no hay ninguno que las dibuje tristes?

Debe haber algo serio tras eso, pienso entonces.

Algo relacionado con el derecho que creemos tener sobre el ser felices… o el enigma ese que surge cuando pensamos que en cualquier momento podemos ser aplastados igual que los erizos, sin que nuestros métodos de defensa sirvan tampoco para nada…

-Divaga usted, camarada Vian –me dice entonces una O mayúscula mientras enciende un cigarro y se convierte en Q.

-Y divagar es sin duda una pérdida de tiemp –concluye.

-¿Una pérdida de tiempo? –pregunto yo.

-Una pérdida de tiemp –afirma, como evitando convertirse en padre, o ser autorreferente.

Y claro… yo la miro detenidamente y decido que tiene razón. Y concluyo además que debo estar algo borracho, nuevamente.

Toda otra conclusión, por cierto, parece en este instante ser errónea.

Y es entonces cuando reescribo el texto.

1 comentario:

  1. Me resultó exquisito el escrito... me robó demasiadas sonrisas.

    (eso es todo hoy, esta vez no divagaré, por respeto a la O)

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