jueves, 3 de noviembre de 2011

El despertador suena poco después que me levanto.

.
“Porque hay veces en que no se quiere
tener sentimientos”
Clarice Lispector.
.

El despertador suena
poco después que me levanto.

Eso pasa invariablemente.

Luego el hombre del tiempo dice números,
da recomendaciones
y sonríe nervioso intentando calcular
la posición de su mano en un mapa
que no existe.

Así,
ocurre que a veces me pregunto,
mientras esto sucede,
qué de todo esto
existe realmente.

¿Y saben…?
Resulta extraño cómo todo aquello
que no tiene, necesariamente,
un valor establecido
cobra de improviso
una importancia tal
que parece entonces
haber llegado a formar parte
de ti mismo.

Vamos enterrando así
poco a poco
nuestras uñas en las cosas,
pero no nos damos cuenta
que en verdad
buscamos algo a qué asirnos…
sabernos en contacto
aunque sea con objetos
y no caer desbarrancados
hacia el fondo
de nosotros mismos.

Imagínense entonces
cuánta desesperación
puede atacarnos
si dudamos por un momento
aunque sea mínimo,
de la existencia real
de quienes amamos.

Es extraño,
pero piensen por favor
un poquito
en esa posibilidad:

¿qué sucedería si más allá
de la existencia de las cosas,
se revelase inexistente
la realidad de las personas amadas?

Suena absurdo
y estúpido…
lo sé…

¿pero qué pasaría si todo aquello
fueran sensaciones
que tomaron la forma
de un invento?

De qué forma intentaríamos sujetar
aquello que se desvanece.

¿Con uñas…?

¿Palabras…?



¿Preferíamos que se quedasen
junto a nosotros
aunque supiésemos ya
que son falsas?



Pero claro,
vuelve a sonar el despertador.

Y el hombre del tiempo dice números.

Y las personas pasan sin mirarse
y quizá entre ellas
camina una en especial.

Quizá está dolida
o confusa
y hasta puede que tenga
un nudo amargo en la garganta.

No te desvanezcas,
le diría…

Permite que prime la sensación
y no la forma equivocada
que toman a veces algunas cosas.

Y es que cuando el mundo se va
y aquellos que amamos
parecen también alejarse…
sigue brillando algo
en algún sitio,
enviándonos calor,
mientras alguien crea en ti
más allá de las formas.

Pero claro…
el despertador suena entonces
por última vez,
y yo cierro los ojos
antes de abrirlos nuevamente
hacia las cosas.

Hay un instante de miedo,
lo reconozco…
pero a pesar que la cama está vacía
y todo parece cada vez
más extraño…
siento también que alguien mira
desde el fondo de alguien más
que no puede ver
por la amargura…

Hacia allá miro hoy,
cálidamente
y con profundo afecto,
buscando ser semilla
en esos ojos.

Y es que quiero comprender
ante todo,
-y que comprendan-,
que no soy parte de aquello
que desaparece…

y que mi fe
y mi confianza
son también,
de esa misma especie.

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