sábado, 19 de noviembre de 2011

Hoy no.

.
No soy Vian.
Hoy no.
Hoy soy otro.

Por respeto a él,
sin embargo,
y porque no quiero
que esto acabe,
hoy pretendo contarles
un par de cosas
que nada tienen que ver
con su eventual ausencia.

Y claro,
para no desviarme mucho del estilo
ni de los temas,
parto diciéndoles
que conocí a Vian
grabando textos
para una institución
que trataba con personas
con discapacidades visuales…

Vian era unos años menor que yo,
y era silencioso y parecía triste
y pensamos que no serviría
para aquel trabajo,
pero lo cierto es que se transformaba
al momento de grabar,
y transmitía algo que voy a omitir describir,
pues Vian no me perdonaría los halagos.

Lo extraño de sus grabaciones,
sin embargo,
fue algo de lo que no nos percatamos
en un primer momento,

y es que en vez de grabar cuentos
o novelas
como hacían los otros voluntarios,
Vian intentaba contar en sus grabaciones
cómo se veían ciertas pinturas,
o dibujos.

Así y todo,
no se trataba simplemente
de una descripción,
sino que era hablar el cuadro,
ver al pintor, las sensaciones previas…

Recuerdo por ejemplo
una grabación que hizo
sobre los 27 puentes de Hiroshige.

De hecho,
fue la primera vez en que me di cuenta
qué era aquello
que verdaderamente estaba haciendo.

Vian se sentó así frente al micrófono
y con las imágenes marcadas al interior de un libro
comenzó a mirarlas y a hablar de un montón de cosas
que parecían no tener que ver con los cuadros
que supuestamente describía.

Recuerdo que esa vez se lo dije,
y hasta lo retamos un poco
porque se alejaba de las reglas…

pero claro,
un día en que me vi sin nada que hacer
por algunas horas,
cerré los ojos y descubrí
que aquellas grabaciones funcionaban
de una forma tal
que parecían depositarte
justo en medio de esos puentes,
-en medio de la lluvia
o bajo la nieve-,
y que uno era, en definitiva,
quien debía decidir qué hacía luego,
desde esa posición.

Lamentablemente
-y en esto no voy a profundizar-
hubo alguien que se lanzó del puente
donde lo habían dejado
y Vian guardó silencio
por varios años
y exigió borrásemos todas las grabaciones
que él había realizado.

Nadie pudo convencerlo
de lo contrario
y fue así que lo perdimos de vista
hasta hace un par de años,
cuando dimos con él de casualidad
y descubrimos una serie de magulladuras
que revelaron
que él también se había lanzado
de esos 27 puentes
hasta que se dio cuenta de algo más.

Luego se ha ido transformando en el Vian
que acostumbra estar por acá,
cada día,
bajo la promesa de cerrar esto
si no cumple su palabra.

Por eso tengo un poco de miedo.

Porque no soy él,
pero lo conozco…
y no quiero que desaparezca
nuevamente.

De hecho,
hoy me cambio por él
para que no suceda.

Y no hablé de las razones de su ausencia,
porque ese fue, en parte,
el compromiso.

Y él me enseñó que los compromisos
con aquello que amamos
son importantes.

¿Y saben…?
hoy no puedo exigírselo,
pero espero que él también
recuerde aquello,

de alguna forma.

1 comentario:

  1. Si alguien tiene la magia de transmitir emotivos cúmulos de sensaciones a quien no logra advertirlos nunca debería arrepentirse de ese poder. A pesar que haya habido quien diera mal uso de ese poder...eso corre por exclusiva cuenta del consumidor.

    Un abrazo...y otro para Vian.

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