jueves, 1 de diciembre de 2011

No soy absurdo. Toco el tambor porque no sé. Y las plantas crecen como nunca.

.
.

Me discuten.
Día a día mis pies me discuten.
Y el corazón calla.

Así,
un pie va hacia la izquierda,
el otro hacia la derecha
y el otro patea el tambor
que no se digna a sonar
y hasta a veces reclama.

“No has regado las plantas”,
dice el tambor,
pero las plantas crecen
como si nada.

De hecho,
estoy seguro que el agua
es solamente una excusa,
y sucede que las plantas buscan atención
como los niños,
pero no necesitan nada.

Por eso gustaban del tambor
(los niños)
porque ese ruido esconde al corazón
cuya voz engaña.

¿Entiende usted lo que le digo?

¿Comprende usted que esta es una canción
que invita a no creer en el mañana?

Puede discutir,
sin embargo,
y jugar a que es distinto,
mas yo sospecharé que usted busca atención,
como los niños…
como las plantas.

Y es que no soy absurdo,
después de todo.

Es solo que toco el tambor
porque no sé

y que mis pies discuten

y que el corazón calla.

Con todo,
nada es tan terrible finalmente:

las plantas crecen igual,

y aunque no creamos en él
ha de llegar un mañana…

¿Todo bien con eso?

¿Todo en orden…?

...

¡Qué lástima…!

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