sábado, 24 de diciembre de 2011

¿Y quién le regala a Santa Claus?

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“Lo que nos salva de la soledad
es la soledad de cada uno de los otros”
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Puedo amar libremente a los objetos porque ellos no me aman.

Eso pienso en navidad.

No pido nada y llega poco, pero estoy rodeado de demasiados objetos. Y ellos no comprenden.

Pero esa no es la historia.

Yo llegué a mi biblioteca buscando algo. Porque tuve un sueño y porque vi una estrella sobre ella. Y la encontré.

No llegaron reyes ni nada.

Las bibliotecas siempre están abandonadas, me dije.

Y comencé a leer.

Era el cuerpo de un Dios que no ofrecía nada, mucho menos salvación.

Y yo no quería salvación.

Y es que los que quieren salvación no saben amar nada fuera de ellos mismos, me dije.

Sin embargo, esta forma de amar comenzó a agriarse. Y me di cuenta que la calidad de mis sentimientos dejaba mucho que desear. Y busqué cambios.

¡Pero amar a los otros es tan difícil…!

Sobre todo porque aunque no lo quieras terminas esperando algo, o exigiéndolo.

¿Pero saben…? Yo tampoco quiero eso.

Yo quiero el regalo secreto que no llega.

Ese que no te atreves a pedir, porque es imposible, o porque piensas incluso que no lo mereces.

Pero como les decía: no llegaron reyes, ni nada.

Y la estrella se apagó, y quedaste a oscuras.

Por eso a ti, que también estás a oscuras, vengo a decirte que estés atento, y que juntes fuerzas.

Y que por cierto: no busques salvación.

Busca mejor la forma correcta de amar y de creer en los otros, aunque sea difícil.

Todo lo demás son significados que pueden almacenarse en las palabras. Y ese trabajo ya está hecho.

Tú eres responsable de tu propia estrella.

Nada más.

2 comentarios:

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