lunes, 27 de febrero de 2012

¿Usted llamó el taxi?


I.

Me había quedado en una esquina. Era un lugar tranquilo y quería terminar un capítulo de “La broma infinita”, de Foster Wallace.

Ya estaba por lograrlo cuando un auto se detiene a un costado y un hombre se asoma por la ventana.

-¿Usted llamó el taxi? –me pregunta.

-¿Qué?

-Que si usted llamó el taxi.

-¿Cuál taxi?

-Este taxi, po hueón…

El hombre que me habla es el chofer del auto, por supuesto.

-Yo no lo llamé –le dije.

-¡¿Me está tratando de mentiroso…?! –insistió.

Yo no contesté.

En eso, afortunadamente, otros autos pasan por la calle y comienzan a apurarlo, tras verlo detenido.

-¡¡Me las vas a pagar, ahueonao…!! –grita el hombre, mientras se aleja.


II.

-Foster Wallace se mató por tipos como estos –dice entonces un viejo que estaba a mis espaldas.

-¿Qué…?

-Que se mató por eso –sigue el viejo, apuntando mi libro-. Yo también lo habría hecho.

-¿Qué cosa?

-Matarme por tipos así… sociedades enteras así… -divaga el viejo-. Es que uno debe tener algo que dé sentido cuando nadie más lo tiene, ¿no cree? ¿Ha leído a Oliver Sacks?

Yo lo había leído, pero negué para no hablar.

Entonces el viejo comenzó a contar algunos de los casos clínicos de Sacks y a comentar sobre una serie de otros autores que hablaban sobre la pérdida de la humanidad en los individuos de la sociedad actual.

-Pero tú debes saberlo –dice entonces-, estás con Foster Wallace… no cualquiera lee a Foster Wallace.

-No lo estaba leyendo –mentí-. Nunca he leído a Foster Wallace.

El viejo pareció molestarse y guardó silencio un momento.

-Por tipos como tú se mató Foster Wallace –me dijo finalmente-, tú eres peor que el taxista…

-¿Usted llamó el taxi, cierto? –le pregunto, mientras se voltea.

Pero el viejo no contesta, y se aleja del lugar.


III.

Y bueno, fue así que volví a quedarme a solas con el libro de Foster Wallace… cuestión que equivalía, prácticamente, a quedarse a solas con el propio autor y poder preguntarle algunas cosas.

Y es que leer, pensé, quizá sea la única forma de entender por qué llega a darse muerte alguien como él, y de paso, tal vez nos sirva para entender por qué seguimos vivos, de cierta forma, todos nosotros.

Y claro, debo reconocer que aquello sonaba bien hasta segundos después que lo escribí.

Y es que luego lo leí, y pensé otra cosa.

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