martes, 22 de mayo de 2012

Deshilvano, enredo y no.


Hoy quiero contar algo sencillo que me ocurre tras algunos sueños.

No porque sea gran cosa sino porque sinceramente siento, tras soñarlos, que algo ha cambiado, o que he abierto los ojos en un lugar equivocado.

Podría contar un sinnúmero de historias, pero me remitiré posiblemente a tres –aún no elijo cuáles, por cierto-, que espero ayuden a explicar la sensación sin complicarme ni aburrirlos demasiado.

Lo primero me ocurría de pequeño, en un periodo en que vivía solo con mi madre –mi padre estaba en Venezuela, en ese entonces-, y en que no debo haber tenido más de 3 o 4 años.

Pues bien, ocurrió entonces que entre muchas cosas realmente raras que ocurrían –sueños terribles en una casa extraña, chorros de agua que aparecían en la pieza y una serie de cosas terribles de las que no quiero hablar-, comencé a tener unos sueños donde estaba seguro, había más realidad de la debida. Es decir, comencé a sentir que parte de aquellas experiencias podían tener un efecto luego de despertar y comencé a jugar con eso.

Por ejemplo, una vez durante un sueño cambié los colores de un dibujo que estaba en la pieza de mi madre, justamente para asegurarme de los “poderes” que tenía en el sueño. Así, cuando ella despertó y yo se lo indiqué, ella me miró perpleja, aunque sin creerme demasiado. Luego, sin embargo, para comprobarlo, le mostré como ninguno de los lápices de colores con los que había dibujado correspondía a los del dibujo… aunque claro, siguió dudando.

Con todo, hice lo mismo varias veces, pero siempre mi madre parecía olvidar la vez anterior, o fingir que lo hacía… Yo, en tanto, que escribía desde muy pequeño, lo escribí con letras torpes en un cuaderno de croquis que tenía, y hasta vi el escrito por última vez, hace algunos años, mientras revisaba cosas viejas.

Ella sabe que hago cambios, decía en ese papel, aunque no sé realmente si en esa frase, me estaba refiriendo a mi madre.

¡Qué lata hablar de esto, claro… pero ya empecé y no hay vuelta!

Salvo unas cuantas fintas y jugar a esquivar un poco, porque es peligroso hablar de lo que no debe decirse.

El pecho se quiebra como si fuese una nuez y empieza uno a temblar y a recordar cosas.

Una vez, por ejemplo, mientras se me revelaban cosas en otro sueño, quise poner una pista evidente en la realidad, para recordar que podía transformarla… así, elegí algo lo suficientemente absurdo como poner al actor de Terminator como gobernador de Los Ángeles… pero es imposible que alguien me crea, claro está… y cada vez que intentado contarlo termina pareciendo un chiste…

Otra cosa que hice, por ejemplo, fue hacer reales los caballitos de mar, o que los unicornios pasaran a ser seres míticos… pero cada vez que despierto los otros parecen haberse adelantado a mis decisiones, y todo así resulta absurdo, en mis palabras.

Una vez, incluso, decidí despertar junto a una ex pareja, justo en el momento de una despedida que terminaría siendo la última... Es decir, nosotros “en realidad” ya habíamos terminado, pero a través del sueño transformé algunas cosas y ahí estábamos nuevamente. Ella no lo sabía, pero yo sí y todo fue terriblemente triste. La miré sabiendo que aquello que podíamos querer no se iba a cumplir, y que todos esos sentimientos, ya desgastados, iban a terminar de deshilvanarse por completo…

Con todo, esa es la única vez que me he atrevido a involucrar mis sentimientos en aquellos sueños. De hecho, eso que ocurre en ellos es algo que se me olvida y que incluso me perturba, cuando lo hablo.

Por otro lado, intentar otras soluciones más drásticas y aparentemente necesarias –como acabar con el hambre en el mundo, por ejemplo, o con las guerras, y todo a esa escala-, es una cuestión que de solucionarse, estoy seguro no debe hacerse de esta forma.

No por milagro, no por desaparecerlas sin más, me refiero.

De hecho, nuestros errores –aunque aquí hablo sobre todo por mí-, vuelven a aparecer una y otra vez y en muy pocas oportunidades esos cambios me han llevado sentirme mejor en algún aspecto.

¡Uff…! ¡Cuántos desvíos…!

Mejor intento un cierre y así todos descansamos un poco.

Pues bien: una vez memoricé de un manual de catecismo, la respuesta a una pregunta básica: “¿Por qué Dios permite el mal?”.

Y claro, la respuesta era “Dios permite el mal, para obtener un bien, del mal mismo”.

Así, finalmente, me gustaría decir que esta “posibilidad de transformación” es en el fondo algo sencillo y hasta hermoso… pero no sería cierto.

Y disculpen este enredo, pero no me es permitido decir más, de lo que he dicho.

7 comentarios:

  1. S echamos manos del baúl de los sueños, la liamos. Desde la infancia es otro mundo confuso con el otro ¿cual?
    Besito.

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  2. Es complicado, pero por lo mismo resulta inevitable mantenerse curioso

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  3. http://vian-ordenarlabiblioteca.blogspot.com/2011/05/vian-el-que-suena-al-mundo.html

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  4. uups. parece ser una estafa. es decir, me plagié a mí mismo. lo impresionante es que no me acordaba. al menos sirve para comprobar que algo extraño ocurre con aquello. y que aunque las historias de aquí parezcan inverosímiles, no sé mentir en el fondo de ellas.

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  5. Y MAE! diriamos aca en Costa Rica! te traiciono el inconsciente o ya te convertiste como en la cancion de Cerati Dejavu, en donde dice que esta cancion ya se escribio! :O! impresionante

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  6. Y lo peor es en el mismo mes y todo, casi con 1 semana de diferencia! Ya me dio un poco de miedo, debo confesar :S

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  7. sip, da un poco de iedo, pero también risa... saludos.

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