sábado, 15 de septiembre de 2012

Algo que sabía desde antes.


Hoy caminé incansablemente, solo para comprobar algo que ya sabía desde antes, pero no lograba nombrar. Nueve horas después me detuve en seco: estaba solo. Eso es lo que debía comprobar con esa caminata, me dije. Estaba solo.

Era algo tan obvio que sentí culpa con mis pies, pero ya el daño estaba hecho. Así, un tobillo torcido, varias heridas en las plantas y una extraña hinchazón en uno de los empeines no hacían sino recordarme que una vez más había elegido el camino de lo innecesario.

-Disculpadme –les dije.

Luego, me recosté sobre el pasto –había estado caminando en una especie de montaña, por cierto- y comencé a mirar como oscurecía.

Apoyé entonces mi cabeza sobre la mochila en que llevaba algunas ropas y fijé mi vista en el otro extremo de mí, desde donde se asomaban los dedos de mis pies, que percibí como diez cabecitas magulladas que parecían reprocharme algo.

-Quisiera ser distinto –me excusé-. Menos torpe, más decidido… pero ustedes saben que esas son cuestiones que escapan de mis posibilidades… Es decir, lo intento, y quizá todo dé buenos resultados algún día… pero sé que en este momento están cansados y molestos y no hay nada que pueda hacer o decir para evitar eso…

Ellos parecían escuchar atentos.

-Hoy, por ejemplo, creí que se trataba de algo más importante… -continué-, cuando comenzamos a caminar, me refiero… Creí que aclararía cosas, que descubriría algo, no sé… Siempre imagino que será así, pero al final ya saben… ustedes maltratados y yo excusándome… la historia de siempre… ¿creen ustedes que la superaremos algún día?

-…

-Y es que no les hablo solo por cumplir o quitarme culpas… yo de verdad caigo en esto porque estoy convencido que alguna vez será distinto… -seguí diciendo.

Y claro… debo haber seguido hablando así un buen rato porque de pronto la noche se terminó de instalar y ya no veía nada.

Así, a ciegas, tapé mis pies con cuidado y me cubrí yo también con las pocas ropas que llevaba.

-Hasta mañana –les dije finalmente-. No nos guardemos rencor.

Por último, adormecido, creí sentir que sonreían.

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