domingo, 20 de enero de 2013

Vian, el de las cartas breves.



Ya no se usan, las cartas.

No es un gran descubrimiento, ni tampoco algo que pese, realmente.

Con todo, es extraño que alguien te recuerde por aquello.

Es decir, hoy, por ejemplo, una familia que no veía hace realmente muchos años me recibió de esa manera.

-¡Tú eres Vian, cierto...? -me dijeron-. El de las cartas breves.

Y claro, yo pensé entonces en Aquiles el de los pies ligeros, o en otros que han tenido su semblanza adherida al nombre...

Vian, el de las cartas breves, repetí, y me gustó, como si me hubiesen armado caballero.

Luego de cenar, sin embargo, comencé a preguntarme cuáles eran esas cartas breves...

-¡De verdad no te acuerdas? -me preguntaron.

Y claro... a mí me dio vergüenza, pero reconocí que no.

-Eran unas cartas breves que enviabas siempre junto a un cuento... nosotros siempre te mandamos preguntar cómo estabas y tú contestabas muy breve y escribías un cuento... ¿te acuerdas?

Entonces, alguien de la familia me entrega una de las cartas... y claro... estaban mis saludos y luego algo que era realmente mi historia... pero contada de forma tan extraña que parecía un cuento...

-Había unos entretenidos -comentan-, pero a veces mandabas unos re tristes... al final, de hecho, fueron casi puros tristes...

Leo el que me entregan. Es de una vez que trabajé vendiendo juguetes. Es chistoso. Y extraño.

Y sí... debo reconocer que hasta me pareció un cuento.

-¡Te acuerdas ahora? -insisten.

Y bueno... al final admito que sí... que me acuerdo... y hasta comento que mis cartas eran breves probablemente porque mi vida era breve...

-Yo también lo pienso así -dice entonces la abuela de la familia-. La vida es breve... puros pedacitos breves...

Al final, luego que cenamos, ellos leen una de las historias supuestamente, chistosas de una vez en que me fracturé la clavícula...

-Es como Papelucho -comenta mi hijo- como un Papelucho medio triste... 

Luego me queda mirando... como si me hubiese descubierto.

-¿Papá...? -dice entonces.

-¿Qué...? -digo yo.

-Mmm... no nada... -agrega finalmente-. Se me olvidó...

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