lunes, 4 de marzo de 2013

Alaska. Alguien que no soy yo.


Como dos veces al año un gran número de esquimales recibe una importante cantidad de dinero a partir de la explotación petrolera en sus territorios, C. se decide a viajar hasta el lugar y organizar una pequeña empresa.

Dicha empresa, por cierto, consiste en una pequeña flota de taxis que recorren, junto a los esquimales, las ciudades a las que estos bajan a gastar su dinero, durante unos cuantos días.

Así, en apenas diez o quince días al año, según su propio testimonio, C. logra reunir el dinero suficiente para comprar los vehículos necesarios para su empresa, pagar los viajes a Chile que realiza también cada cierto tiempo, y tiene también una importante cantidad de dinero ahorrada en un banco extranjero, de importantes proporciones.

Asimismo, C. está convencido que su empresa produce incluso un bien a los esquimales, quienes, según su versión, parecen siempre más contentos luego de acabar con el dinero recibido y vuelven a sus aldeas con unos cuantos artefactos y otras cosas innecesarias, en las que no han invertido ni el 10% del dinero que gastaron.

-Yo los purifico –señala C.

-Es decir, -complementa-. Yo ayudo a que vuelvan a ser ellos mismos.

Lo extraño de esto, sin embargo, es que C. parece realmente convencido respecto a su rol purificador, por lo que se ha construido una especie de templo, en Alaska, para establecer una residencia que ocupa durante el resto del año.

-He aprendido a amar a Alaska –me dijo la última vez que hablamos-. Más allá de su nieve, su temperatura y sus diversas complejidades climáticas…

Poco después de esa última conversación, sin embargo, perdí la pista de C., hasta que me llegó información de un amigo que teníamos en común.

-A C. lo mataron en Alaska –me dice-. Creo que fue un grupo de esquimales que entró fuera de temporada a su casa y la quemó con él adentro.

Yo intento hacerme una idea del asunto.

Luego sigue.

-La policía notificó y confirmó la intervención de terceros, pero no se puede hacer nada porque no hay identificación posible… De hecho, hasta que pasen cuatro años, los autos estarán ahí, junto a esa especie de templo, llenándose de nieve.

Así, semanas después y atraído por la historia, encuentro una imagen en Google Earth, en el único sector actualizado de Alaska, donde puede verse un grupo de automóviles semi tapados de nieve.

También, por último, me percato que junto a ellos está a medio cubrir una especie de torre, similar a las de las iglesias, pero sin cruz.

-Alguien debe volver a hacerse con ese negocio –me digo-.

Alguien que no soy yo.

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