lunes, 25 de marzo de 2013

Cosas que suenan como un tren. (Fragmento)



-Yo no estoy sorda –alegaba la abuela-, lo que pasa es que cada vez hay más cosas que suenan como un tren… cosas que llegan y se van, incluso… cosas de metal que se llevan gente… cosas como trenes que suenan, pero que no son trenes…

-¿Y usted las escucha, abuela?             

-Claro que las escucho –dijo ella-. Habría que estar sorda para no escucharlas… Lo que pasa es que yo tengo el sueño liviano… bueno, dormir liviano realmente, porque sueños ya ni tengo… además me gusta eso de escuchar… eso de que suenen otras cosas y que se muevan y uno esté como fijo… ¿a ti no te pasa?

-¿Qué cosa?

-Lo que hablamos, pues… eso de sentir que todo se mueve en torno tuyo… oír cómo vienen y van los otros… como llegan y se los llevan…

-¿En tren? ¿Ese era el tren al que usted le gritaba, abuela?

-No gritaba… eso son exageraciones –agregó ella, sonriendo-. Lo que pasa es que acá los que debiesen cuidarte no te cuidan y luego dicen que una está loca o que necesita más medicinas y sedantes… tu sabes, mijo, para que no oigamos nada… para que nos olvidemos…

-Entonces usted dice que no gritó sobre un tren, que no despertó a todos los otros y que lo que me cuentan a mí son mentiras… ¿eso me está diciendo?

-Eso mismo. Pero tú puedes creer lo que quieras. Yo sé lo que escucho y lo que no escucho y se también quiénes llegan y quienes se van de acá… sé cómo lo hacen.

-¿Pero entiende que si no cambia su actitud, ellos no van a sacarle las correas? ¿Por qué mejor no se comporta un poco más sensata y…?

-Nadie es sensato –interrumpió-. La vida no deja que nadie sea sensato… solo están los que saben y los que fingen que no saben, y simulan también ser sensatos.

-¿Y no puede fingir usted?

-¿Fingir para que me desaten?

-Claro, para que la desaten y para que no tengan que inyectarle esos sedantes…

-Pues yo ya estoy fingiendo, chiquillo… ¿no ves? Y nadie me desata… Yo les digo que no hay tren… Yo les digo que hay otras cosas que suenan como un tren…

-Pero tampoco les diga eso, abuela. Dígales que no hay nada, que todo está bien… es sencillo.

-¿Decirles que no pasa nada?

-Claro.

-¿Que nadie se va… que nadie llega? ¿Hacerme la sorda y cerrar los ojos cuando viene la máquina?

-¡Ve que ya empezó, abuela…! ¿Cómo quieren que la traten mejor si…?

-Y no quiero nada. Amárrenme si quieren, pero la máquina va a venir por ellos también… si es que ya no vino.

-¡Pero abuela…!

-¡Cállate conchetumadre…! –gritó ella, finalmente-. Ahí viene.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales