domingo, 23 de junio de 2013

¿De quién se esconde un niño solo?


Te hacen creer que es sencillo. Que es cuestión de juegos, que era un niño. Enumeran una y otra vez los elementos: una casa sola, un refrigerador nuevo y un niño. La noticia es simple. El niño queda solo. El niño se esconde en el refrigerador nuevo. La puerta no se abre. Ha pasado otras veces, claro. Recuerdo alguna situación similar hace años. En las noticias también lo recuerdan. Los mismos elementos, me refiero. El refrigerador imponente, como una nave. Una puerta que no se abre desde dentro. El niño acurrucado como en un útero robótico. En tv, incluso, diseñan un esquema, para explicar la situación. Un dibujo tridimensional, lo llaman. Y yo observo, por supuesto. Con todo, lo que no consigo situar es la idea de escondite. Es decir, ¿de quién se esconde un niño solo? Porque claro, todo lo demás es sencillo. Sicólogos que cuestionan la responsabilidad de los padres. Escenas del funeral. Algunas opiniones sobre el cuidado de los niños. Todas esas cosas que esconden el verdadero problema bajo la alfombra. El abismo bajo la alfombra, incluso. Porque el problema, como sabemos, es más amplio. Más complejo. Más difícil de nombrar. Y es que acaso, ¿sabe usted de quién se esconde un niño solo? ¿Sabe usted si dejamos, nosotros, de escondernos…? Se lo pregunto porque la puerta no se abre, desde dentro, como creíamos. Y claro, las respuestas no llegan, tampoco, desde ese mismo sitio…

Te hacen creer que es sencillo, sin embargo...

Que es cuestión de juegos, me refiero.

Somos niños.

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