lunes, 12 de agosto de 2013

Perdónanos, Thundera.

“Espada del Augurio:
déjame ver más allá de lo evidente”
León-O


Todo es evidente,
aquí,
en el tercer planeta.

Así, por más que insisto,
todo se reduce,
finalmente,
a unas cuantas piedras.

Los huesos,
las palabras,
las grandes construcciones…
todo se apiló finalmente
y ya no se distingue
entre ninguna de ellas.

Se oxidó el filo de la espada,
se perdió el sentido
de la fuerza…

y claro:
las garras se curvaron
hacia nuestra propia piel…

Y es que visto hoy,
quizá no debimos
escapar de Thundera.

Hundirse con el mundo, 
me refiero,
explotar con él...
eso a fin de cuentas
era lo evidente.

Y sí...
evidente fue también la cobardía,
evidente el escondite…

y hasta evidente el corazón
seco y duro como piedra.

¿Quieren conclusiones...?

No es cierto que haya verdad
más allá de lo evidente:

todo aquello fue anestesia.

El arte hueca de una espada,
por ejemplo,
evasión que no aleja
de la pérdida.

Así,
solo queda confesar, finalmente:

mi verdadera alegría
explotó con Thundera.

Y claro, algún poeta dirá:
cayeron estrellas como copos
y el suelo brilló
plagado de estrellas.

¿Pero saben…?

¡Yo me cago
seis veces
en aquel poeta…!

Y es que esa era 
la muerte digna
y la dejamos atrás:

Por favor perdónanos, Thundera.

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