martes, 8 de octubre de 2013

Todo estaba a la vuelta de la esquina.


Llego hasta la calle donde se ve una curva.

Es decir, llego hasta la esquina de esa calle.

Siempre la evité porque parecía un final.

O porque existían otros caminos.

O porque no me gustan las esquinas.

Cómo sea… el caso es que esta vez llego hasta aquel punto.

Llevo un libro en una mano y me detengo de improviso.

Me detengo en ese punto donde no se ve qué existe luego de esa curva.

Con todo, no me hago expectativas.

Es decir, solo es una esquina, una curva, una calle.

Y claro… solo soy un caminante, un hombre, una vida.

Nadie me adelanta, sin embargo, en este punto.

Respiro hondo.

No miro atrás.

Avanzo.

Doblo la esquina.

¿Y saben…? No me van a creer… pero todo estaba a la vuelta de la esquina.

Me refiero a todo… realmente TODO.

Es decir, todo lo de antes… todo el mundo de antes… todo tan pequeño…

Y es que al otro lado de la esquina….

Al otro lado estaba realmente todo.

TODO.

Fue entonces que mire con congoja hacia atrás.

No con pena porque eso es cosa de otra área.

Me puse más bien a ver cuán pequeño… cuán pequeñito había sido todo.

Y sí… sentí un poco de vergüenza de aquella impresión… de aquella oportunidad, incluso.

Y es que encontré el mundo a la vuelta de la esquina.

Y es bueno que el mundo vuelva a tener de pronto ese tamaño descomunal… indomable…

Bueno que no lo des por comprendido, me refiero.

Y en fin…

Eso encontré a la vuelta de la esquina.

¡Toda una sorpresa…!

1 comentario:

  1. no te digo yo!... cómo? no te decía? bah yo pensé que te había dicho, todo está a la vuelta de la esquina, incluso la esquina

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