viernes, 6 de diciembre de 2013

La voz de Dios buscó al profeta.

“Cualquier sistema que podáis concebir
sin contar con nosotros
será derribado”
L. C.


La voz de Dios buscó al profeta,
pero este desesperó al no oír
grandes soluciones.

Y es que nada de venganzas,
nada de cambios abruptos
llegaban hasta él.

Dios quiere apagar su lengua como un cigarro
en la otra mejilla de mi pueblo,
pensó.

Entonces la desesperación del profeta
se volvió repudio
y decidió por propia cuenta
que el corazón del hombre
debía latir de otra forma.

Incendió ciudades,
destruyó la casa del hombre,
mutiló a los hijos de los mansos…

Dios es un cuarto abandonado
donde se encuentra un muerto.

Y la sangre del hombre muerto
en el cuarto que es Dios
ha manchado al mundo,
les dijo.

Pero claro…
los hombres no se sintieron cómodos
ante la voz del profeta
y huyeron de él
fingiendo que estaba loco.

Lo persiguieron por sus crímenes,
lo llamaron sádico…

Dijeron, en definitiva,
que el profeta escuchaba a un Dios
que el mismo profeta
había creado…

Así, se arrojaron contra él
como una turba,
y arrancaron su piel
como si arrancases páginas
de un libro…

En la disputa,
sin embargo,
uno de los hombres de la turba
se percató de pronto
que el profeta reía.

Hemos perdido,
señaló entonces,
certero.


Dios nos ha abandonado.

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