sábado, 14 de diciembre de 2013

Stalker.


P. pinta cuadros de F., retratos, para ser preciso. Extrañamente, P. piensa que cada cuadro que pinta hace perder a F. un día más de vida. Por lo mismo, P. llega a sentir que quiere matar a F., aunque su deseo no es claro. Por otro lado, P. no habla de esto con nadie y se dedica simplemente a retratar a F. Cientos de veces, incluso.

Un día, F. va a la montaña y no regresa a la hora esperada. P. se impacienta. Mientras pinta a F. se impacienta. Entonces, con pánico, P. resuelve que ha asesinado a F. Puede no parecer sensato, pero es lo que piensa. Así, sintiéndose culpable, P. huye por la carretera. Piensa que lo persiguen y su cerebro bulle.

Tarde o temprano iba a pasar, piensa P., era como disparar al cielo. No se puede estar en paz disparando al cielo. Las balas no pueden desaparecer en la nada. Deben darle a alguien… Darle a alguien o simplemente volver abajo… La cuestión es simple, piensa P. No se puede estar sin culpa.

Así, mientras divaga, P. llega hasta la montaña donde se ha perdido F.

Todo se dibuja y desdibuja.

Entonces comienza la historia.

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