viernes, 24 de enero de 2014

Un amigo en Las Vegas.


I.

Un amigo gana un viaje para ir a Las Vegas. Le salió un cupón en unos naipes ingleses que compró en una tienda del aeropuerto. Encontró el cupón mientras mezclaba las cartas para jugar al solitario. La dejó a un lado pensando que era un anuncio o algo similar. Perdió en el solitario. Después de dos días se dio cuenta que había ganado el viaje. Confirmó que iba en serio tras comunicarse con el número que aparecía en el cupón.


II.

Viaja a Las Vegas. Viaja solo. En el avión intenta acomodarse de forma más cómoda en los dos asientos a los que tenía derecho. No lo logra. Intenta no mirar hacia el asiento que va vacío. Le pide las dos colaciones correspondientes a la azafata. Ella accede sonriendo. Él las come sin hambre.


III.

El premio incluye estadía en un Hotel-Casino de lujo. El lugar está lleno de gente que va a casarse, a jugar o a divorciarse. Parece ilógico lo del divorcio, pero mi amigo me explica que hay leyes especiales para los que se casan en ese lugar. El caso es que mi amigo no corresponde a ninguno de estos grupos. De hecho, no le interesan las apuestas ni los juegos de azar. Respecto al matrimonio prometí que no haría comentarios. Mi amigo pide que lo trasladen a otro hotel.


IV.

Trasladan a mi amigo a otro hotel. Uno igual de lujoso y en el que se celebraba un gran evento. Una premiación internacional de cine porno. Yo pienso que miente, pero me muestra fotos de la ceremonia. No miento al decir que implicaban más producción que los premios Óscar. Mi amigo observa a las actrices. También se fija en los cientos de fans que han atiborrado el hotel. Todos se saludan amistosamente, comenta. Nada es tan sucio. Lamentablemente, señala, debió regresar antes de la premiación final.


V.

-¿Y esas fichas? –le pregunto.

-Me las dieron en el Hotel Casino, como parte del premio –comenta-. En total son cinco mil dólares.

-¿Y no las jugaste…? ¿O no las cambiaste por dinero…?

-No… Creo que son mejor así. Además siguen siendo cinco mil dólares.

-Pero acá no valen nada.

-En ellas mismas sí –me dice-. Como todo en la vida. Eso es lo importante.

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