jueves, 13 de febrero de 2014

Un concurso / Ir de comodín.



Ellos participan en un concurso.

Estamos en un pub, a un día del día del amor.

Todo está adornado y los tragos tienen nombres acorde a la fecha.

San Valentín, corazón ingrato, arrumaco doble… cosas de ese estilo.

Ellos, por cierto, los que participan en el concurso, son una pareja de amigos.

Es decir, un amigo y una amiga, que a su vez son pareja.

Viven juntos hace algunos años y tienen un niño pequeño, me refiero.

La final es hoy y me llevan de comodín.

A veces hacen preguntas de libros y puede responder un acompañante, me dijeron.

Yo les debía un favor y además se podía tomar gratis.

Así que fui.

Lamentablemente por ser vísperas del día del amor, el concurso funcionó de manera distinta.

Hoy ganará la pareja que sepa más uno sobre el otro, dijo el animador.

Y comenzó la competencia.

Tres parejas, un canal de tv por cable, poca gente.

Dos modelos semidesnudas vestidas de cupido.

Creo que el premio era un viaje a Jamaica.

Las preguntas eran obvias: comida favorita, películas, sabores, posiciones preferidas en el sexo, nombres de los suegros, fechas importantes… etc.

Mis amigos iban bien.

De hecho, recién pasada la mitad del concurso ya triplicaban el puntaje de los otros.

Entonces las preguntas comenzaron a ser un poco más molestas.

Historial amoroso anterior, infidelidades, secretos que el otro cree que no sabes, pero en realidad si sabes… preguntas complicadas, digamos.

Y sí… mis amigos seguían ganando, pero parecía haber tensión entre ellos.

Se habló de un aborto, de un episodio leve de violencia, de los defectos del otro…

Y claro… tras cada ronda de preguntas ellos estaban obligados a beber unos tragos por lo que los ánimos eran cada vez peores.

Así, resultó que tras dos horas de concurso mis amigos ganaron.

Dos pasajes a Jamaica, según recuerdo, y estadía.

Se apagaron las cámaras.

Firmaron unos papeles.

Volvieron a la mesa.

Estábamos en silencio.

Los felicito, dije, por decir algo. Conocen todo sobre el otro.

Ellos siguieron en silencio.

Él dijo que se sentía mal y que esperaría afuera.

Ella se quedó en la mesa, sin mirarlo.

Después de un rato ella tomó sus cosas.

Conocer sin comprender no es nada, dijo antes de marcharse.


Yo seguí tomando, un rato más, porque era gratis.

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