jueves, 3 de abril de 2014

Agua turbia.



Abro la llave del lavamanos y observo el agua turbia.

Un leve ruido en las cañerías, flujo normal de agua, pero sale el agua turbia.

Y claro… frente a mí el espejo.

Cierro la llave y regreso frente al computador.

Poco antes, leía un libro que no recuerdo.

Sinceramente no recuerdo.

Algo está enrarecido.

Ayer, por ejemplo, me dormí con un café caliente en las manos y me quemé el pecho.

No recuerdo que me haya pasado algo así antes.

Y bueno… ahora sale el agua turbia.

Vuelvo a baño.

Quiero mojarme el rostro, nada más.

Creo que eso es lo que quiero.

Entonces, justo cuando vuelvo a abrir la llave y vuelve a salir el agua turbia, pienso de golpe en las cañerías del mundo.

Así, de golpe, como un mapa inmenso de las venas del mundo, pienso que algo extraño le está sucediendo a todas aquellas cañerías.

Serpientes que se muerden la cola.

Laberintos que no dan a ningún sitio.

En eso pienso.

Entonces, movido por un impulso extraño bebo directamente de la llave toda el agua turbia que puedo.

No le siento sabor alguno.

Tras beber, dejo el agua correr, mientras no pienso absolutamente en nada.

Sinceramente pienso en nada.

Y claro… frente a mí el espejo.

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