miércoles, 30 de julio de 2014

Mirar una piedra hasta dejar de verla.



Un día descubrí que podía
mirar una piedra hasta dejar de verla.

Fue de pura casualidad, es cierto,
pero ocurrió de forma tan rotunda
que comencé ese mismo día
a escribir un gran listado de mis superpoderes.

Nunca supe, sin embargo,
si el dejar de verla
era el resultado de un poder de desaparición
u otro tipo de poder que operaba en mí,
hasta disolver la piedra vista.

Para averiguarlo, entonces,
intenté realizar otros actos similares.

Probé con nubes,
con objetos pequeños
y hasta con el gato de un vecino
que se pasa siempre hasta mi casa…

Y claro…
nada de ello se resistía a desaparecer
y cada uno de mis experimentos
arrojaba resultados positivos.

De esta forma, gracias a aquello,
pude fijarme poco a poco
cómo operaba el procedimiento.

Concluí así, que el objeto o ser objetivo
nunca desaparecía ni cambiaba de lugar,
sino más bien se hacía parte de la realidad
desvaneciéndose únicamente -por decirlo de algún modo-,
todos aquellos márgenes que permitían diferenciarlo
de alguna otra cosa o elemento
presente en el paisaje.

Por lo mismo, comencé poco a poco a cuestionar
la catalogación de aquella cualidad mía
como un superpoder.

Así, finalmente, tras largas elucubraciones,
decidí borrar de mi lista de superpoderes
aquello relativo a las desapariciones anteriores,
con lo que mi lista se redujo nuevamente
a la página en blanco.

¡Qué alivio no cargar
con esas responsabilidades!

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