jueves, 11 de septiembre de 2014

El año en que me caí sobre el árbol de navidad.

“Iba a levantarme y a decírselo.
Iba a levantarme y entrar allí
y decirles lo que eran”
Ch. B.


Fue el año en que me caí sobre el árbol de navidad.

Fue mientras ponían los regalos.

Y es que por esconderlos muy atrás terminé tropezándome y botando el árbol hacia un lado.

Por suerte, no se rompieron muchos adornos y el árbol pudo volver a enderezarse.

Al intentar ordenar, sin embargo, ocurrió que pisé el pesebre y rompí unas cuantas figuras.

La que quedó en más pedazos fue la del niño Jesús.

Creo que fueron once fragmentos, los que quedaron.

Intenté pegarlos, pero ese había sido un mal año.

Así, terminé armando un mamarracho que parecía una especie de Dios hindú.

Recuerdo que hasta le puse un nombre.

Con todo, decidieron sacar mejor los restos del pesebre y dejaron de preocuparse de la figura rota.

Yo, en tanto, puse a mi dios hindú sobre mi velador.

Un par de veces debo haberle orado.

Y claro, como pido cosas sencillas sucedió que me ocurrió alguna.

No voy a contar qué fue lo que me ocurrió, sin embargo.

Diré simplemente que luego dejé de orar.

Y luego pasó el tiempo.

Así hasta que volvió a quebrarse la figura.

Esta vez, sin embargo, había puesto atención, para rearmar mi dios extraño.

Lo intenté tres veces.

En dos de ellas terminé armando un cubo.

En la tercera volví a armar al niño Jesús.

Para cuando lo hice ya no había ni árbol, ni pesebre.

Lo guardé, de todas formas en una caja que tenía cosas viejas.

Hasta hoy.

Si usted la necesita la tengo a mano.

Mañana va a llover y nadie lo sabe.

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