martes, 10 de febrero de 2015

Variaciones sobre un mismo tema.



P y M van a comer junto a T y C.

Creo que era en casa de T.

La cena estuvo del gusto de todos, pero M se encuentra un poco extraño.

De hecho, P ya le preguntó un par de veces si le ocurría algo y M lo ha negado, pues no sabe bien qué le ocurre.

P y M, son pareja, por supuesto.

T y C también lo son.

Todos tienen edades similares, cercanas a la treintena.

Entonces, mientras se sirven el postre, M da un poco con el origen de aquella sensación.

Así, descubre que lo que lo incomoda es que él y P, son muy parecidos a T y C.

Es decir, ambas parejas tienen un nivel económico similar, valores comunes, historias de vida ciertamente parecidas… y hasta una casa que parece disponerse interiormente de una forma similar…

No es que todo sea exactamente igual, claro, pero podría decirse que se trata simplemente de variaciones sobre un mismo tema.

Y claro… desde las variaciones de un mismo tema a la pérdida de originalidad, y luego a la idea de falsedad, hay ciertamente pocos pasos… y M se sobresalta de pronto pensando en la verdad que tiene su relación con T… la certeza de sus valores… y bueno… hasta la validez que tiene su vida completa…

Es entonces cuando, justo en el instante en que M llegaba a otras importantes conclusiones, la cereza que coronaba su postre se detuvo en su garganta.

Luego suceden básicamente tres acciones concretas:

1. P se asusta y le pregunta a M que le pasa.

2. M se pone de pie y hace gestos indicando su garganta, mientras presenta signos de ahogo.

3. T, rápidamente se coloca tras de M y lo aprieta con fuerza en varias ocasiones hasta que la cereza sale despedida de la garganta de M.

Gran alivio en los comensales.

Tras bajar la tensión se escuchan incuso suaves risas.

Todo comienza a archivarse como una pequeña anécdota.

M, en tanto, no se ha percatado aún que junto con expulsar bruscamente la cereza, también expulsó sus reflexiones y conclusiones recientemente alcanzadas.

Una gran pérdida, por cierto.

Lamentable pérdida…

Tanto así que yo, de poder, recogería aquella cereza y se la colagría al cuello a usted, querido lector, como un amuleto.

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