viernes, 20 de marzo de 2015

Están locos / Ella / El lago



I.

Esos perros están locos, me dijo.

Esas aves están locas, me dijo.

Esos hombres están locos, me dijo.

Entonces, llegamos a la orilla de un lago y dijo que no era un lago.

Hacía un calor insoportable.

Yo me quería bañar, pero finalmente, decidí que era mejor no discutir.

El lago seguía ahí, junto a nosotros.


II

Años después de haber dejado de verla, estaba yo en una montaña.

Desde ahí, podía apreciarse un vasto espectro del paisaje.

No sé por qué, pero fue en ese instante que me acordé de ella.

De sus perros locos.

De sus aves locas.

De su gente loca.

Hacía un calor insoportable, otra vez.

Comencé entonces la búsqueda del lago


III

¡Años buscando aquel lago..!.

Años intentando corregir un par de cosas.

Esta es la parte más triste, por supuesto.

Todo lo demás pasó, y poco importa.


IV

Ahora que lo pienso… resulta extraño vagar, únicamente buscando el lago.

Y es que no recuerdo haberme preocupado de otros ámbitos.

Nunca me preocupé de la locura de los perros.

Tampoco lo hice por la locura de las aves.

De la locura de los hombres, en cambio, soy testigo.

Solo soy testigo.


V.

Hace poco, tuve noticias de ella.

No quería verla, pero me dijeron que había cambiado.

Yo creí la historia y fui a verla.

Tras hablar un rato me dijo que ya nadie estaba loco.

Me pidió disculpas si alguna vez causó inconvenientes.

Yo le pregunté si recordaba lo del lago.


VI.

Nunca hubo un lago, me dijo.

Pero si quieres puedo decir que hubo.

También puedes ladrar.

También puedes piar.

Incluso puedes comportarte como un hombre, me dijo.

Entonces junté fuerza e hice lo que me dijo.

Me refiero a que ladré, pié y hasta intenté comportarme como un hombre.

Eso hago desde entonces, por cierto.

A veces veo el lago.

Existe.

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