martes, 7 de abril de 2015

Eso es lo que hago.


Gente que no sabe qué hacer con su tiempo toca el timbre una y otra vez. Son las 22:30. Abro la puerta y ellos pasan un momento. Entonces se muestran preocupados. Comentan sobre los libros que están tirados por el lugar y sobre las latas de cerveza y el trabajo ese que te llevas a casa. Yo los escucho y dejo las cosas sobre la cama y bajo el volumen del tocadiscos. Entonces me invitan a ir con ellos. A tomar unas cervezas, a charlar un poco, a ver un partido de fútbol, me dicen. Intento negarme unos minutos, pero tras la insistencia voy. Tomamos las cervezas, charlamos un poco, vimos el partido de fútbol. Ellos dicen que hace bien hacer esto. Yo no digo que haga mal, pero siento que es algo innecesario. Entonces, como intento ser honesto, se los trato de decir de varias formas. Ustedes no van a cambiar, les digo. Ustedes no me necesitan. De inmediato, ellos se ríen porque creen que estoy borracho y que estoy bromeando, de paso. Yo los dejo creer lo que quieran. Vuelvo a casa. Son la 1:40. Recojo un material y ordeno un mínimo para las clases de mañana. Observo los libros que tampoco leí hoy. Pienso en los que no saben qué hacer con su tiempo. Todos se han ido, por suerte. Son las 2:20. Lo peor, sin embargo, es que mañana vendrán otros. Y es que es cierto… pueden no saber qué hacer con su tiempo, pero yo tengo momentos en que no sé, realmente, qué hacer con mi vida. Me siento frente a la pantalla y escribo un texto. Igualito que un muerto al que le siguen creciendo las uñas. Son las 3:00 y voy a la ducha. Eso es lo que hago.

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