sábado, 4 de abril de 2015

Hace muchos años editaba una revista literaria.



Hace muchos años editaba una revista literaria.

Una que había nacido en respuesta a otra que considerábamos falsa.

Nos organizamos y trabajamos a pleno.

El primer número fue prometedor.

Coordinamos bien el trabajo.

El diseño era aceptable.

Y claro, en cierto sentido, consideramos que habíamos opacado a la otra revista.

Y es que jugamos a ser irónicos.

Parodiamos algunos textos.

Intentamos ser serios cuando se pudo.

Supongo que nos sentimos orgullosos de lo que habíamos hecho.

Lamentablemente, tenía que venir un nuevo número.

Fue entonces que comenzamos a discutir sobre algunos textos.

Muchos escritos nuestros, otros de algunos colaboradores.

En mi rol de editor me encargué de rechazarlos uno a uno, incluso los propios.

A todos les faltaba algo.

Todos eran falsos, en cierto sentido, como los de la otra revista.

Nos dimos cuenta de eso, pero no dijimos nada.

Intentamos un poco más.

Dimos nuevos plazos.

Nos emborrachamos discutiendo una nueva mirada editorial.

No hubo caso.

No hubo un segundo número.

En cambio, apareció una nueva revista que parecía aún más agresiva.

Era de unos chicos de otra universidad.

En el segundo número comenzó también a mentirse a sí misma.

Supongo que es algo que siempre pasa.

Aunque claro, esta vez la dejamos existir.

Murió a los pocos números, en todo caso.

Y es que ese debe ser el cauce natural de las creencias y de las ansias de cambio.

Sobre todo si esas ansias apenas existen dentro de unas hojas.

¡Cuánto egoísmo…!

¡Cuánta ingenuidad….!

¡Cuánta soberbia…!

No enfocamos nunca fuera de nosotros mismos.

Nos comió el mundo y nos vomitó tibios.

Sí… creo que eso resume todo.

Nunca volví a editar una revista literaria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales