miércoles, 20 de mayo de 2015

Sombreros.


Al principio no comprendo pues pensaba que hablaban de un distinto viaje. Luego, me doy cuenta que hablan de uno solo, y que incluso fueron juntas.  Y es que en definitiva, ambas compraron hace algunas semanas el mismo pack turístico a Punta Cana y ahora conversan sobre algunas experiencias al volumen suficiente como para ser oídas por quienes estamos hasta a cinco metros de ellas. Así, me entero –sin querer hacerlo, por supuesto-, sobre la forma en que se preparaban ciertos tragos, o sobre su viaje en buggy, o sobre el instructor ese que quedó en salir con una de ellas, pero que finalmente no pudo hacerlo, pues le surgió, supuestamente, un sorpresivo e importante compromiso.

En ese mismo contexto, ambas dan bastante atención a las compras realizadas, en especial a un pack de sombreros que compraron a medias. Según me entero –sin querer enterarme, como ya decía-, se trata una docena de sombreros que compraron a un precio muy económico y que repartieron entre ambas. Sombreros que, sin embargo, no eran necesariamente para llevarlos puestos, sino para utilizarlos como accesorios, a distintas prendas.

-Eso es lo malo –dice una-, aquí uno los lleva en la mano pero nadie se fija ni hace el menor comentario.

-Sí –dice la otra-, yo trato que combinen y los mantengo de buena forma, pero siempre soy yo la que tengo que contarlo para que alguien se percate.

De esta forma, el último fragmento de la conversación da cuenta de algunas situaciones específicas donde, ya en Santiago, usaron los sombreros –bajo el brazo, claro-, y no recibieron el más mínimo comentario.

-Igual fue una buena compra –dice a modo de conclusión, una de ellas.

-Sí –acepta la otra, repitiendo sus palabras-, fue una buena compra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales