domingo, 31 de mayo de 2015

Un supervillano que triunfa.


Da lo mismo quién lo resuelve… si quieres puede ser Superman. El punto es que el supervillano del que hablo realiza una maldad extraña. Un tipo de acción que incluso podemos poner en duda que se trata de una maldad, propiamente tal. Me refiero a que, por ejemplo, este supervillano elige dos ríos con caudales similares, y entonces, con un extraño poder, y sin que nadie lo note, cambia el agua de esos dos ríos. Y claro, el supervillano se pone a observar al día siguiente su fechoría y disfruta viendo cómo los hombres de ambas ciudades donde fluyen los ríos equivocados siguen su vida sin saber que su verdadero río, el que los ha acompañado por cientos de años, ya no está ahí.

Ahora bien… imagina que ahora, justo en ese instante cuando el supervillano arroja carcajadas de triunfo, el súper oído de Superman lo percibe y va hasta el lugar e intenta descubrir lo sucedido. Sobrevuela la ciudad, revisa con su vista especial hasta los lugares más secretos donde pueda existir alguna bomba o se desarrolle un plan que justifique la risa malévola del supervillano. Pero claro, no encuentra nada.

No sé si se entiende… pero me refiero a que esa maldad –que puede ni siquiera ser maldad, finalmente-, es la que constantemente no puede ser vencida por superhéroe alguno. Y aunque el ejemplo parezca algo improbable, lo cierto es que opera todo el tiempo en distinto orden de cosas.

Usted lo sabe, de cierta forma.

No lo niegue.

1 comentario:

  1. Una vez cambiamos de curso a las melli. Estefania que estaba con nosotros se fue al A, y se vino la Bárbara al B, no recuerdo si nos pillaron o no, pero hasta el recreo fue todo risas, como las del supervillano, pero versión mini y multiplicadas.

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