viernes, 5 de junio de 2015

La mesa coja.


Un buen componedor de mesas cojas
sabe que al revés de lo que se cree
primero deben arreglarse tres
de sus cuatro patas.

Y es que eso forma parte del credo esencial
de los que componemos mesas cojas.

De hecho, lo repetimos a modo de oración
al comienzo de cada una
de nuestras reuniones gremiales.

En mi caso,
supe del grupo hace unos años
y solo se me permitió el ingreso
tras una serie de pruebas.

Hablar aquí de dichas pruebas, sin embargo,
me parece superfluo
y creo que no permitiría
avanzar hacia algún sitio
bajo esta vía.

Dicho esto,
me gustaría dejar en claro
que de todas formas
existen otros tipos de acciones
que podrían denominarse “aventuras”:

(cortar las tres patas de la mesa,
por ejemplo,
o calcular como cortarlas)

Ahora bien,
otro gran secreto de un buen componedor
es saber de forma absoluta
que toda mesa, si es mesa,
está coja.

O más bien:
está y estará coja.

Con todo,
el buen componedor
sabe mantener ese último secreto
oculto hasta para sí mismo
y debe por tanto realizar
la acción que eligió realizar
desestimando la certeza
del fracaso.

Y es que eso,
también forma parte del credo esencial
de los que componemos mesas cojas.

Así,
nuestro credo resulta sencillo y absoluto,
y nuestra altura espiritual sigue en ascenso
mientras las mesas se acercan cada vez más
al nivel del suelo.

No es una mala vida,
si se piensa.

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