jueves, 30 de julio de 2015

Un investigador. Melones de Curicó. Una armónica.



Como preparo mi futura desaparición de los escasos espacios sociales en los que hoy transito, estuve en búsqueda de un detective para solicitarle que intentara buscarme, como si yo, ya hubiese desaparecido.

Me refiero a que le conté el plan sobre mi alejamiento y le pregunté qué posibilidades tendría alguien para encontrarme, luego que yo lo hubiera realizado.

Por lo mismo, me decidí a contratarlo para que comenzase la búsqueda.

-¿Quiere usted que lo busque cómo si usted se hubiese alejado sin dejar rastro…? -me preguntó.

-Exacto –le dije.

-Pero, ¿quiere que le comente si sería fácil o difícil dar con usted, o quiere que realmente intente encontrarlo aunque sepamos que aún no se ha extraviado?

-Quiero que intente encontrarme, fingiendo que realmente he desaparecido -reiteré.

-…

El tipo puso mala cara.

-¿Le molesta el trabajo? –pregunté.

-Es que es absurdo… -comentó-, no logro entender cómo podría encontrarlo si…

-No voy a dejar más pistas que cuando lo haga –le expliqué-. Si no puede encontrarme ahora, quiere decir que tampoco podrán hacerlo cuando me vaya realmente…

-Pero…

-¡Vamos…! Si estoy seguro que ha tenido otros casos más raros…

-¡¿Le contaron sobre el violador de melones…!?

-Eh… no… yo comentaba, nada más...

-…

-¡Espere…! ¿Investigó a un violador de melones?

-Resolví el caso –me dijo, orgulloso-. Fue el caso más importante de ese año, en Curicó…

-Pero si en Curicó, que yo sepa, no es zona de melones…

-Pues con mayor atención fue importante –me dijo.

No hablamos mucho más.

Simplemente fijamos precio, y coordinamos la entrega de reportes, cada cierto tiempo.

Eso ya fue, por cierto, hace unos cuatro meses.

Hoy, puedo decir que he recibido unos seis informes bastante bien organizados.

En el último, sin embargo, el investigador se sale de su línea habitual y me plantea algo que no logro comprender.

Dice que me encontró en el sur… que tiene pruebas… y hasta me envía una foto.

Dicho informe, por cierto, parece estar escrito con gran nerviosismo, abandonando el orden característico de los textos anteriores.

Yo, en cambio, simplemente le deposito lo acordado y trato de pensar en otras cosas.

Y claro, dentro de esta misma actitud, toco un rato la armónica, antes de acostarme.

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