miércoles, 15 de julio de 2015

La posibilidad de una existencia pura.

“Era el silencio de quienes creen que el mundo,
a ellos, no los necesita”.
B. Y.


La posibilidad de una existencia pura.

Me gusta decirlo en esos términos.

Acentuar incluso la posibilidad de una certeza.

Justo después de comprender que el mundo no te necesita.

Justo después de aceptar que existes fruto del azar.

Justo después de renunciar a toda posibilidad de trascendencia.

Creer, entonces, en la posibilidad de una existencia pura.

Nada de caminos.

Nada de metas.

Nada de proyectos.

Una existencia donde cada paso sea hacia el abismo.

Donde cada acción sea una renuncia.

Donde la única certeza sea la ausencia de algo verdadero.

Solo entonces ha de surgir la existencia pura.

Una existencia donde la acción se ofrece a sí misma como un regalo.

Donde todo se realiza sin esperar recompensas.

Donde el silencio se rompe por una voluntad que acepta el absurdo y lo abraza.

Que sean esos los ejemplos que sostengan nuestra vida.

Que sea esa la existencia pura.

El viento que sopla sin objetivo alguno.

Los millones de cuerpos sin luz ni vida que vagan por el universo.

La flor que nace en la montaña, para nadie.

Para morir, por supuesto, y para nadie.

Que sea esa la existencia pura.

Las palabras que no se dirigen a nadie.

El silencio que vuelve sobre sí mismo, y se consume.

La posibilidad, decía, de una existencia pura.

Me gusta decirlo en esos términos.

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