domingo, 2 de agosto de 2015

No estoy borracho, me dijo.


Voy caminando por la calle, de madrugada, cuando se me acerca un hombre.

-No estoy borracho –me dijo.

Vestía formalmente aunque su ropa estaba bastante gastada y su aspecto parecía ser justamente el de alguien alcoholizado.

-No estoy borracho –volvió a decir.

Yo lo miré y tras encontrarlo inofensivo me atreví a responder.

-Yo tampoco lo estoy –dije.

Avanzamos juntos unos pasos.

-Cuando estoy borracho veo que el mundo está hecho por encima… –comentó-, pero ahora no estoy borracho.

-¿Qué quiere decir que el mundo esté hecho por encima? –pregunté.

Él me miró, pero no respondió.

Caminamos un poco más.

-A veces es bueno estar borracho –siguió-. Uno es menos ignorante estando borracho…

Yo no quise decir nada, para que él siguiera hablando.

-Y es que sobrio –agregó-, uno ve que las cosas andan bien… y hasta el mundo parece de una sola pieza… Pero claro, es borracho cuando uno puede ver lo otro…

-¿Eso de que está hecho por encima? –me atreví a preguntar.

-Sí –me contestó-, como que se levanta la superficie y uno ve las cosas bajo la alfombra…

-¿Qué cosas?

-Los muertos, los globos con forma de corazón, los niños pequeños…

-¿Niños pequeños…? –pregunté.

El hombre volvió a obviar mi pregunta.

-No estoy borracho –se limitó a decir.

Caminamos un poco más y entonces el hombre cruzó de improviso la calle y fue a hablar con alguien que iba por la otra vereda.

No alcancé a escuchar qué le decía, pero estoy seguro que debe haber sido algo similar a lo que me dijo a mí.

Me quedé observándolo.

Poco después pasó un taxi y lo hice parar.

Volví a casa.

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