martes, 25 de agosto de 2015

Un puente de madera.


Encontramos en el bosque
un puente de madera.

En la altura.

De hecho,
pasaba por las ramas más altas
de un gran número de árboles.

Miramos el puente.

Hablamos.

Ella me dijo
que nunca había visto un puente
como ese.

Yo le dije lo mismo,
pero mentí.

Subimos con cuidado.

Soplaba un viento tibio.

El bosque estaba húmedo.

Así, llegamos hasta el puente.

O más bien,
llegamos hasta uno,
de los extremos de ese puente.

Desde él podía verse
gran parte del bosque.

Tal vez nos besamos.

Tal vez solo fuimos sinceros.

Como habíamos llevado
un termo con chocolate,
nos servimos unos vasos
sentados en el puente.

Ni siquiera,
pienso ahora,
hicimos el más mínimo intento
de cruzarlo.

Desde el puente, sin embargo,
nos detuvimos a observar
una serie de detalles.

El nido de unos pájaros.

La carrera de unas ardillas.

Unas hojas con diseños
que nunca habíamos visto.

Así,
se nos fue pasando el tiempo
hasta que oscureció.

Dejamos de ver los árboles.

Se nos volvieron invisibles
los animales.

Y hasta se nos acabó
al poco rato
el chocolate caliente.

Hubo un viento fuerte en ese instante.

Unos cuantos ruidos,
Ppoco más.

Ella cayó produciendo ruidos secos.

Yo,
sinceramente,
no lloré su muerte.

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