viernes, 14 de agosto de 2015

Una conversación inglesa.


Iba todos los lunes. Se trataba de una clase especial de inglés donde debíamos poner en práctica los avances realizados durante el resto de la semana. Pero claro, la clase no era propiamente una clase sino más bien una conversación donde poníamos en funcionamiento las estructuras aprendidas. Una conversación bastante impersonal, pero en la que, de vez en cuando, te enterabas de algo mínimo del otro. Fecha de nacimiento. Miembros de la familia. Lugar de las últimas vacaciones. Así, quizá justamente por ese avance, terminabas interesándote en el otro. Y mucho más si, como en mi caso, te tocaba practicar con la chica más atractiva del último curso. Un par de años mayor. Simpática. Y de ojos hermosos. Lo único malo, sin embargo, era que se trataba, en todos los ámbitos, de una conversación netamente inglesa. Un diálogo donde repetíamos de forma casi exacta lo que decía nuestro libro. Nada más. Y claro, solo podías hablar de aquellos temas. Incluso con el vocabulario específico de cada lección. Con todo, para mí eso era suficiente. Me consolaba pensando que de no ser por esas clases, no hubiese llegado a hablar con esa chica. Después de todo, yo sentía que, de cierta forma,habíamos llegado a conocernos. Hablando en otro idioma. Con frases prefabricadas, tal vez. Pero sabíamos del otro. Eso sentía. Casi al final de ese año se lo intenté decir. No directamente,  es cierto, sino que agregaba pequeñas frases a las lecciones y trataba de provocar una especie de acercamiento real, entre nosotros. Sinceramente pensé que podía pasar algo más. Con todas mis inseguridades, es cierto, pero veía que era posible, en ese entonces. Lamentablemente, ante cualquiera de mis intentos la chica se mostraba incómoda. A veces por falta del nuevo vocabulario. A veces simplemente por alejarnos de la lección, que era evaluada constantemente por una profesora que anotaba observaciones en un cuaderno. Finalmente, casi un mes antes de terminar el año, la chica abandonó el colegio. De improviso. Nunca me enteré a tiempo pues las lecciones no trataban del tema. Una semana después me asignaron otra chica. Terminamos las lecciones. Aprobamos la asignatura. Puede que hasta fuera de clases hablásemos un poco. Pero claro, la otra se había ido. Esa es toda la historia. Una conversación inglesa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales