miércoles, 30 de septiembre de 2015

Antes de hablar ordena sus palabras.


Antes de hablar ordena sus palabras.

Las degusta, casi, en ese mismo proceso.

Diseña formas.

Las acomoda como en el tetris.

Luego habla.

A muchos les gusta como habla.

Tal vez hasta admiran el proceso.

Yo, en cambio, lo veo casi como un asunto digestivo.

Menos limpio, de hecho, que el proceso digestivo.

Y es que ni siquiera hubo nutrientes en esas palabras.

Todo fue, simplemente, encender luces de neón.

Regar el pavimento.

Acomodar, si se quiere, cajas vacías.

Con todo, las voces que comentan no se hacen esperar:

Que lindas esas cajas.

Cuán fresco parece el pavimento.

Y las luces… qué hermosas… si hasta le dan vida a todo esto.

¿Se dan cuenta…?

¡Más cajas vacías…!

¡Más cajas, pero insiste en seguir ordenando sus palabras…!

Ayer, de hecho, hablábamos de esto.

Intentaba calmarme, incluso, para hablar de esto.

Pero claro, yo veía cómo ordenaba las palabras y se producía en mí un rechazo inmediato.

No te preocupes, me dijo entonces.

Relájate.

El secreto es siempre vivir la vida.

¿Vivir la vida…?

¿Alguien sabe qué significa esa frase?

Yo le di vueltas un buen rato y no logré conclusión alguna.

Miré su rostro y tampoco logré conclusión alguna.

Justo en eso llegó un grupo de personas a solicitarle autógrafos.

Se quedó así, viviendo su vida, mientras los firmaba.

Yo, en tanto, fui directo a comprar bencina.

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