viernes, 18 de septiembre de 2015

Palomas llegan a los pueblos.

“Normalmente, un mensajero que regresa
implica que ha dejado antes su mensaje
en algún otro lugar”


Palomas llegan a los pueblos. Nadie reconoce a las palomas. Nadie las agradece. En cambio, los pueblos hablan de plagas y de maldiciones. Hablan con palabras que no son suyas. Con temores, incluso, que no les pertenecen. Cada pueblo, entonces, con un estilo propio. Cada pueblo con un tono afectado. Cada pueblo, en definitiva, como una compañía teatral distinta. Así, los pueblos se van llenando de palomas y de plagas y de palabras que no son suyas. Pasa así con todos. Los sabios los nombran, los enumeran y los archivan. A veces toman testimonios. Sin embargo, más allá de los archivos, lo cierto es que las palomas se quedan en el pueblo. También permanecen las plagas y el tono afectado. Por último, las palabras que no son suyas. En tanto, los sabios que archivan los pueblos se ven también afectados. Sus palabras, por ejemplo, ya no designan cosa alguna. Observan las estrellas –otro ejemplo-, apenas como puntos matemáticos. Así pasan sus días. Y claro… hasta crean planes para acabar con las palomas. Con las palomas que han llegado hasta los pueblos, me refiero. Nadie lo agradece. Así se entretienen los sabios. Así se entretienen, supongo, las palomas. Usted verá, en qué grupo se encuentra. Y usted verá, también, de quién recibe el mensaje.

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