sábado, 19 de septiembre de 2015

Un control remoto.


Algo hay en esta pieza que usa un control remoto.

Algo hay puesto que tengo en mis manos el control remoto.

Así, cada vez que aprieto uno de los botones se enciende una luz en el control y algo en la pieza –algo que no logro ubicar, por cierto-, vibra levemente.

Tiene pequeños signos, el control, pero todo parece desgastado y poco legible.

En este mismo instante, por ejemplo, aprieto un botón que parece tener un par de flechas, apuntando hacia la izquierda.

Algo hay en esta pieza que usa un control remoto.

Algo hay puesto que tengo en mis manos el control remoto.

Algo que aún no distingo, por cierto.

Entonces, apunto con él en varias direcciones y voy probando.

Me lo tomo como un juego.

Observo el control, incluso, antes de seguir.

Imagino que es como esos buscadores de agua, o de metales preciosos.

Igual salvo porque yo no busco aquellas cosas.

No busco agua, pues hasta la sed me abandona estos días.

Tampoco metales preciosos, porque me da risa sacarlos de la tierra.

Así, mientras pruebo, aprieto un botón que parece tener un par de flechas, apuntando hacia la derecha.

La noche llega y hasta el sueño, y sigo sin encontrar aquello que el control dirige, a distancia.

Todo va a estar bien, sin embargo.

Todo tuvo siempre un propósito.

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