lunes, 12 de octubre de 2015

A veces agrego un epígrafe.

“-¡Oh! –dijo Heloise-,
con lo bonito que es hablar de amor…”
B. V.

I. Contexto.

Son dos amigas.

F. y G.

Están sentadas conversando.

Yo no estoy ahí.

Yo soy omnisciente.

Con todo, no me gusta invadir interioridades.

Apenas escribo algunas frases.

A veces agrego un epígrafe.

Esta vez a modo disculpas,
a Heloise,
pues cada vez me alejo más
de aquellos temas.


II. El diálogo.

(...)

-¿Y cómo sabes que ese es el tumor? –preguntó F.

-Porque ahí está marcado, en esa imagen… -dijo G.-, el mismo doctor lo marcó.

-No me refiero a eso –insistió F.

-Pues él lo confirmó –sigue G-, ahora hay que hacer una biopsia y ver si es necesario extirpar…

 -¿Y si extirpan todo menos el tumor?

-¿Cómo…?

-Eso… -insistió F.-, ¿qué pasa si lo que no extirpan es el tumor?

-No te entiendo… ¿y qué extirparían entonces…?

-¿Debo decirlo…?

-No sé –dice G., confundida-, de verdad no te entiendo…

(...)

III. Descontexto.

No son dos amigas.

Miento porque se me escapa la forma.

Porque no puedo hablar de amor, Heloise.

Porque tal vez ya me extirparon.

Porque no sé decirlo bien.

Apenas algunas frases.

¿Tú te das cuenta, Heloise?

Ni corazón ni talento.

A veces, 
para nombrar lo que duele,
agrego un epígrafe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales