martes, 27 de octubre de 2015

El poema está mal hecho.


No sé si era un poema de Lira.

El que decía que la poesía está mal hecha.

O tal vez era una mujer.

O en una de esas era el mundo.

No lo sé, en todo caso.

Tal vez el recuerdo mismo está mal hecho.

Como el comienzo del poema que viene a aparecer recién.

En el verso nueve.

Una vez vi a siete niños en un baño, haciendo gárgaras.

Al mismo tiempo, me refiero.

Yo pensé que se acababa el mundo.

Entonces fueron terminando uno a uno hasta llegar al último.

Fue una situación extraña.

De hecho, ni eso ni la felicidad, volvieron nunca a repetirse.

Pero el mundo siguió, por supuesto.

Mal hecho, como los poemas, pero siguió

Y quizá cada niño, por su cuenta, siguió también haciendo gárgaras.

Cada niño, prácticamente, porque menos uno.

Era uno que se quejaba del mal ritmo.

De los puntos finales de los versos.

Del desorden y las ideas que no vienen al caso.

Fue entonces que ese niño confesó que no hacía gárgaras.

Yo soy poeta, me dijo, no necesito hacer gárgaras.

Cabro culiao, pensé entonces, pero no se lo dije.

Y es que en el fondo, mi deseo secreto siempre fue ser poeta pobre.

Y al final, si lo pienso, me faltó apenas ser poeta.

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