martes, 13 de octubre de 2015

Sacar en limpio.


I.

Él habla.

Yo escucho.

-La primera bola la encontré en la cama –me dijo-, al despertar. Era un 9. Blanco con una franja amarilla. No entendí cómo apareció ahí, pero lo cierto es que ahí estaba. Me habían ido a visitar unos amigos e imaginé que se trataba de una broma… Pensé que como antes jugábamos al pool se trataba de un recuerdo, de una especie de invitación para otro día, y que alguien la había metido a escondidas en la cama… Así que bueno… la guardé simplemente. Eso hasta que dos días después encontré una nueva bola, un 7, también dentro de la cama… y claro, esa vez no había ido nadie a casa así que tuve que buscar otra explicación…


II.

Yo pregunto.

Él responde.

-¿Y después? –consulté.

-Después fui encontrando más –me explicó-, siempre al despertar. Un 8 otro 9 y un 5. Y claro… no me decidía si ir a ver un brujo, un sacerdote o a un policía. Finalmente fui a un doctor. Recuerdo que llevé las bolas en una caja, y se las mostré. Él las vio y pensó que bromeaba. Luego que estaba loco. Por último me acompañó a la sala de rayos. Sacó una radiografía. Aparecía en mi interior una bola nueva. Me dejaron internado esa noche. Me salió un 6. Una enfermera me contó que el doctor jugó un Loto con mis números, pero no ganó nada.


III.

Yo comparo.

Él explica.

-Entonces… -le dije-. ¿Era como poner huevos?

-No sé –señaló-, supongo que es más limpio verlo así… aunque claro, como no he puesto huevos no puedo compararlo… Lo cierto es que al menos nunca ocurrió conscientemente, siempre mientras dormía… Mientras estuve hospitalizado, de hecho, puse cuatro bolas más: un 8, un 2, un 4 y un 5. No me las querían devolver. Tras analizarlas, sin embargo, me dijeron que no tenían nada especial… que eran simples bolas de pool. Y me las devolvieron.


IV.

Él concluye.

Yo escucho.

-En casa volvió a ocurrir dos veces –continuó-. Nada más. Fue un 13 y luego un 9. Igual como empezó. Entonces pasó el tiempo y yo dejé las bolas en fila, en una especie de repisa. De vez en cuando las miro. Me gusta pensar que significan algo. A veces, a modo de chiste, cuento la historia y agradezco que no hayan sido bolas de boliche. Es una conclusión estúpida, pero no pude sacar nada más en limpio, si soy sincero. Supongo que era difícil hacerlo, después de todo. De hecho, hay gente que nace y muere, sin lograrlo. Eso fue lo que saqué en limpio.

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